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Actualizado: 21 de junio de 2025


Á su retorno era la envidia de los humanistas, no por lo que había navegado, ni por lo que había visto, ni por lo que le habían engordado los puños y crecido las barbas, ni por el ruido sordo que al andar producía con las botas de agua, sino porque traía la picadura de la Habana á granel en los bolsillos del chaquetón, y para hacer un cigarro derramaba en el suelo tabaco para otros dos.

Taine asegura que la literatura española feneció a mediados del siglo XVII. Considerada, pues, nuestra literatura como una literatura muerta, y nuestra civilización como una civilización pasada, es de esperar que los eruditos, arqueólogos y humanistas, nos desentierren o nos acaben de desenterrar, para hacernos justicia, y que, ya que no vivan nuestros poetas como Shakspeare, ni unos héroes como otros, sean Lope y Calderon, como Esquilo y Sofocles, y valgan y vivan sus personajes, como Prometeo y Edipo y otros anticuados personajes del teatro griego.

Llegado ya el siglo XVI, además de los festejos que se verificaron en el anterior, eríjense arcos triunfales, en cuyos adornos competían el Arte y las Letras y los más celebrados pintores, escultores, poetas y humanistas, animados de noble emulación y estimulados por el espíritu cultísimo de la época, dieron las mas brillantes muestras de pericia, de saber y de ingenio, revelándose ya claramente que la sociedad española, que antes disfrutó tan solo con los ejercicios corporales de fuerza y de destreza, rendía ya culto á las manifestaciones del talento, aun cuando para halagar al pueblo continuasen los espectáculos de cucañas y de regatas y los demás citados.

Cuando el Renacimiento se extendió por Europa, y en los albores del siglo XVI invadió con su poderoso aliento las comarcas españolas, ofreciendo el grandioso espectáculo de la transformación del mundo viejo por un mundo nuevo, á que contribuyeron capitales sucesos, adelantos y descubrimientos portentosos, despertóse entonces vivísimo entusiasmo por las investigaciones y estudios de la antigüedad, y los más esclarecidos ingenios afanáronse por hacer surgir del lecho de polvo en que hasta entonces habían permanecido sepultadas en el olvido, las grandiosas formas del arte pagano, lo mismo en el concepto artístico que en el literario, apareciendo entonces aquella bizarrísima falanje de anticuarios, eruditos, humanistas, jurisconsultos y poetas, enamorados de la antigüedad clásica que poblaron las universidades españolas extendiendo por todas las clases el culto de las ciencias, de las letras y de las artes, despertándose nobilísima emulación entre los más ilustres ingenios italianos y españoles.

Las ciencias y las letras florecieron también de tal manera, que llamaron la atención de los extranjeros. El estudio de la literatura y de las lenguas clásicas se cultivó con tanto esmero en España, que, fuera de Italia, ningún otro país ofreció mayor número de distinguidos humanistas. Basta citar los nombres de Arias Barbosa, Núñez de Guzmán, Vives, Olivario, y Juan y Francisco Vergara.

Más de dos veces he ido al Instituto, en estos últimos años, con el solo intento de contemplar el tipo del antiguo náutico: no he podido hallarle. Los alumnos de esta escuela, ni en figura, ni en porte, ni en costumbres, se distinguen ya de los rapazuelos humanistas con quienes se asocian tan íntimamente como dos gotas de agua.

Palabra del Dia

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