generosas

Actualizado: 28 de junio de 2025

Pero mi vanidad fue cruelmente castigada, porque advertí un día que se me hacía repetir con demasiada frecuencia mis desgracias. Más desconfiado, estudié aquellas almas generosas, y escuché las reflexiones que hacían nacer mis confesiones. Entonces pude apreciar el interés que se tenía por el hombre que ha sufrido mucho. Al principio quedé anonadado, después me dio risa.

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Su risa triste, sarcástica, temible, semejante en sus labios á la burla de un ángel caído, se encarnizaba en ajar donde quiera que veía las señales de las más generosas facultades del alma humana, el entusiasmo y la pasión. Sentía yo que este extraño espíritu de denigración, tomaba para conmigo un carácter de persecución especial y de verdadera hostilidad.

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