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Actualizado: 10 de junio de 2025


En la estancia de Pehuajó, Juanillo se pasó días enteros observando las dos parejas de domésticos cisnes que poblaban, con varios gansos, un diminuto estanque bordeado de llorones sauces. Como siempre les llevaba migas de pan en el bolsillo, los cisnes, y hasta los gansos, llegaron a conocerlo y a seguirlo.

Entonces el dominicano fray Gonzalo Jiménez, Guardián del Convento de Santo Tomás y Calificador del Santo Oficio, díjole con aparente mansedumbre: Ya tenéis blasón para hacer labrar a la puerta de vuestras casas. ¿Cuál sería, según vuesa Reverencia, señor Guardián? Anseres Capitolini, los famosos gansos del Capitolio; y no se dirá que os falta añejo abolengo.

Pensaba la niña irse de paseo, ansiosa de ver jardines, arboledas, carruajes, gente elegante, y su peinadora le dijo que se fuera al Retiro, donde vería estas cosas, y todas las fieras del mundo, y además cisnes, que son, una comparanza, gansos de pescuezo largo.

Pero el general no le atendió, y con buenas palabras por el camino derecho, que quiso y que no quiso el cacique, se entró al pueblo, en que habia muchas gallinas, gansos, ciervos, ovejas, avestruces, papagallos, conejos y otros semejantes; mucho maiz y raices, de que es fertilísima aquella tierra: pero muy falta de agua, y de plata y oro, por el cual no nos atrevimos á preguntar; porque las demas naciones por donde habiamos de pasar, no supieran lo que apetecíamos, y huyesen.

Quien se ha visto siempre rodeado de amor y nunca ha conocido otra cosa que el amor, aprende a menudo más fácilmente que nadie, a bastarse a mismo; y, sin embargo, yo llevaba en el corazón una inagotable reserva de amor. Lo prodigaba a los animales, acariciando a los perros, besando a los gatos y ahogando a los gansos por cariño. Una de mis pasiones era jugar en la caballeriza.

Algunos gansos que bajaban de los prados al río corrían delante del carruaje lanzando salvajes graznidos. Llegamos a un puente que cruzó el carruaje al paso; después entramos en un largo bulevar en que la oscuridad era completa, y luego el ruido de las herraduras de los caballos, chocando sobre un pavimento más duro, me advirtió que entrábamos en la ciudad.

Palabra del Dia

rigoleto

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