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La señora admiraba la pureza de sus costumbres tanto como sus estudios. Terminadas las clases, todavía acompañaba a algún profesor hasta su domicilio, prolongando de este modo la lección. Aquellos buenos señores, conociendo su origen, le trataban con gran afecto. Después, al volver a casa, se encerraba en su cuarto, lleno de libros.

Bermúdez volvió a Vetusta; Visitación, Obdulia, Edelmira, Paco y Mesía se quedaban. Mientras abajo se trataban a gritos y con idas y venidas tan arduas materias, Edelmira, Obdulia, Visita, Paco y Joaquín corrían como locos por el corredor del primer piso.

Es muy difícil de presumir qué conducta hubiera seguido Guzmán con la marquesa si, al verse ésta viuda y libre, se hubiera contenido en los límites que parecían trazarle sus honrados antecedentes, aquel amor nobilísimo y extremado que sentía por su hija, y el sentimiento que la movía a defenderla de la peste de su propia casa. Por eso se trataban en la tessitura que hemos visto.

Andrés no tenía familia; no conoció a sus padres; le dejaron huérfano en muy temprana edad, y pasó la infancia en el campo, desempeñando rudísimas labores, al servicio de gentes que lo trataban mal.

A eso del mediodía nuestras columnas avanzadas recibieron el fuego de los imperiales, que rehechos con un destacamento que de Linares había llegado, trataban de ganar lo perdido. Furiosos por el reciente desastre, acometieron briosamente a nuestra vanguardia.

Desesperado entonces de conseguir lo que se había propuesto, volvió los ojos a las damas de la corte; pero en la corte de aquella época las damas trataban de evitar a todo trance el ruido y el escándalo. Esto no quiere decir que hubiese menos intrigas que en otros tiempos, sino que se ocultaban mejor.

Y sin saber cómo, viose comprometida, sin que de ello le pesara, en la causa de los buenos cristianos que trataban, como a menudo escuchaba en boca de don César y de otros, de volver a Jesús a su santo trono y arrojar de él a la soberbia y la herejía.

Me arrojé en sus brazos llorando con todas mis fuerzas, y preguntándole por qué la habían encerrado allí y por qué la trataban de aquel modo.

Algunos de ellos, que casi eran unos niños, llevaban en el bolsillo el cuaderno de ingresos y gastos, apuntando hasta los cinco céntimos de un vaso de agua en una estación. Sólo se trataban con gentes ricas para aceptar sus obsequios, sin ocurrírseles jamás convidar a nadie.

Viendo que una de las principales causas que influía para el abatimiento en que vivían estos naturales era la indecencia y desaseo con que se trataban en sus casas, procuré que a los corregidores se les dispusieran habitaciones decentes, dándoles a entender lo que me agradaría el encontrarlos a ellos y sus mujeres con decencia siempre que yo los visitase, que sería a menudo.