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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Y habiéndole suplicada al Padre Prior se dirigiese por la calle del Tambo de Jerusalem, por ver si contenia á los indios que estaban derribando la puerta de la tienda de D. Francisco Resa, lo egecutó, pero nada pudo conseguir, antes si ocasionó que los indios empezasen á declarar su apostasia á la religion católica, que hasta entonces se juzgaba habian profesado: pues dijeron en alta voz, que dicha imagen no suponia mas que cualquiera pedazo de maguey ó pasta, y que como de estos y otros engaños padecian por los pintores.
Poco antes de llegar esta expedición militar, y las que despues vinieron con el General Merrit, el almirante Dewey, envió á su Secretario, al Gobierno Dictatorial pidiéndome permiso para colocar las tropas americanas en Tambò y Maytubig, lugares de los pueblos de Parañaque y Pasay; á todo lo que el Gobierno Dictatorial accedió debido á las honradas promesas del almirante Dewey arriba consignadas.
Y volviendo á nuestra historia, dicen que despues de haber hecho en esta provincia de Cacha este milagro, que pasó adelante, siempre entendiendo en su obra, como ya habeis oido, y como llegase á un sitio que agora dicen el Tambo de Úrcos, que es seis leguas de la ciudad del Cuzco, subióse á un cerro alto y sentóse en lo más alto dél, de donde dicen que mandó que produciesen y saliesen de aquella altura los indios naturales que allí residen el dia de hoy.
Sufrieron por largo rato el fuego de la artilleria de los castillos de Guansapafa, Santiago y Santa Bárbara, y el de la fusileria, apostada en los parapetos exteriores á interiores, arrojándose con ferocidad á las trincheras para forzarlas, animados con la presencia de sus primeros generales, que repetian los ataques, particularmente contra las que estaban inmediatas al Tambo de Santa Rosa, de que disistieron por lo mucho que les ofendia el fuego del Castillo de Santiago, que no estaba muy distante.
Desde el reducto situado en las cuatro esquinas de la casa del cacique D. Anselmo Bustinza, se les hizo fuego con un cañon fundido á su costa, con el que se defendia parte de la campaña que se descubria por aquel lado, y no solo contuvo á los sitiadores, sino que tambien libertó del incendio á todo el barrio, desgracia que habia sufrido el del Tambo de Santa Rosa, por estar distante de la defensa.
Pero muy en breve volvieron de nuevo, y con mayor empeño, á las hostilidades, prevenidos de útiles para derribar las paredes del recinto, y buscarse una entrada menos dificil y peligrosa: como en efecto lo consiguieron, penetrando hasta las espaldas del Tambo de Santa Rosa, donde prendieron fuego á las viviendas de aquel lado, de que ya se consideraban posesionados.
Palabra del Dia
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