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Actualizado: 18 de mayo de 2025


La votación aquella es única en los anales de los pueblos civilizados, y los nombres de los tres locos, más bien que animosos opositores, se han conservado en la tradición del pueblo de Buenos Aires.

»Extraordinario fué el júbilo que experimentaron y con que fueron recibidos en Yuste los dos animosos comisionados, los cuales, dos días después de su llegada, se presentaron con la Bula ante el Obispo de Plasencia, á fin de que ordenase su ejecución.

"Dejadnos ya, que estamos temerosos, Y contra vuestras fuerzas no podemos: Y vosotros, sobrinos animosos, A los mancebos dicen, ¿qué os hacemos? Mirad que á nuestros hijos amorosos Criar, ni sustentar ya no podemos, Pues carga de mugeres tan penosa No espera á vuestra diestra poderosa."

En el fiero ademan, en los lozanos Marciales aderezos y vistosos Bien os conozco, amigos, por Romanos; Romanos digo, fuertes y animosos; Mas en las blancas delicadas manos Y en las teces de rostros tan lustrosos Allá en Bretaña pareceis criados, Y de padres Flamencos engendrados.

No llegaron por otra parte alguna á pelear. Ganada la gruta, caminaron por el foso hasta llegar al caballero Doria, y comenzaron á cavar y sacar palmas dél, y hobo turcos tan animosos que subieron arriba hasta el parapeto, donde los mataron. Los de abajo cavaban todavía en el caballero, por no haber través donde les hiciese mal.

Topándose unos con otros, magullados, fueron arrojados no dónde, pero es lo cierto que salieron del peligro con vida. ¿Quién es capaz de contar el número de hombres y de barcos que salvan los faros? Vista la luz en esas horribles noches de confusión en que los más animosos se turban, no sólo indica el camino, sino que presta valor, impidiendo al ánimo extraviarse.

Ponderaron también la ferocidad de los toros que ellos cuidaban, se quejaron de la poca reputación que tenían y aún pronosticaron que al fin habían de abrirse camino hasta la magnífica plaza de Madrid, donde competirían con los de Veragua y los de Miura matando caballos a porrillo y metiendo en puño los animosos corazones de Lagartijo y de Frascuelo.

Eran unos mil; los obreros de la ciudad, y los hombres-fieras, que habían ido a la reunión oliendo sangre y no podían retirarse, como si les empujase un instinto superior a su voluntad. Al lado de Juanón, entre los más animosos, marchaba el Maestrico, aquel muchacho que pasaba las noches en la gañanía, enseñándose a leer y escribir. Creo que vamos mal decía a su vigoroso compañero.

Allá van, animosos y decididos, á dar su sangre por su , por el cristianismo, por la verdadera civilizacion del mundo, por la gloria del Criador, y á dejarse sepultar cadáveres desangrados en ese hondo rio, momentáneamente agitado y luego otra vez magestuoso y sereno.

Palabra del Dia

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