United States or Bolivia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Aquellos salones deslumbrantes de luz, saturados de perfumes, henchidos de bellezas cargadas de lujo y de pasiones; el incesante crujir de las telas; el ondular de las colas, arrastradas sobre los aterciopelados tapices; el rumor de las conversaciones, el centelleo de las joyas, los suaves acordes de la invisible orquesta, y el flujo y reflujo de la muchedumbre, verdadero mar de colores y sonidos derramado por aquellos ámbitos esplendentes, ora en impetuoso torbellino agitado por los huracanes de la danza, ora en sosegado vaivén durante los intermedios; toda aquella magnificencia, en suma, toda aquella pomposidad babilónica, ejercía sobre el espíritu cierta impresión de borrachera, que disculpaba, en lo humano, el éxtasis en que el marqués admiraba el espectáculo, la pasión con que la marquesa hacía los honores de él, y la voluptuosidad con que la hija se dejaba mecer sobre el oleaje de aquella tempestad de deleites.

Sus poemas, por consiguiente, están saturados de aquellos elementos que admiten muchas y variadas combinaciones, según puede verse en las infinitas leyendas que los lectores habrán, sin duda, oído recitar en su vida.

La copa de chartreuse, bebida despacio, le dejó en la lengua y en los dientes un aroma penetrante y fortalecedor, una sed grata, ligerísima, que apagaban los sorbos últimos del café, saturados del fino polvillo que en remolinos lentos se depositaba en el fondo de la taza. ¡Si viniese papá ahora murmuró , qué diría! Miranda y Lucía fueron los últimos en alzarse de la mesa.

Saturados de ese espíritu gaucho, hay entre nosotros algunos poetas de formas muy cultas y correctas, y no ha de escasear el género, porque es una produccion legítima y espontánea del pais, y que en verdad, no se manifiesta únicamente en el terreno florido de la literatura.

En España, estábamos saturados, desde los tiempos de Palestrina, de género italiano, y la música alemana y la francesa no llegaron a nosotros. Fuimos primeramente fuguistas y contrapuntistas, y después del Stabat mater de Rossini, nos dimos tal atracón de melodía teatral, que no nos han quedado ganas de gustar un nuevo plato.