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Actualizado: 22 de julio de 2025


Durante el cautiverio de Fernando el Deseado, mientras el populacho, inconsciente y salvaje, preparaba motines como el Dos de Mayo, los Tumbagas rodeaban al Rey, dispuestos a perder la vida en su servicio, aunque contenidos por la tradición, que les imponía antes el sacrificio del patriotismo que el de la propia lealtad.

La familia no se ha extinguido, y muy lejos de la corte, entre las sinuosidades de un valle que en vano pugnan por fecundar riachuelos exhaustos de agua en el verano, y ricos en todo el año de guijarros, hay una casa de labranza, donde viven los últimos Tumbagas, ignorados del mundo y casi ignorantes de lo que su nombre fue en otro tiempo.

Como el de griegos y romanos, es incierto el origen de los Tumbagas de Almendrilla; pero eso mismo realza la antigüedad de su ralea, pues las cosas, las instituciones y los hombres parece que adquieren importancia con andar su nacimiento envuelto entre dudas y perplejidades de erudito.

Son, en cambio, innumerables, y se convencerá de ello el que pueda, los beneficios, hazañas, hechos gloriosos o útiles que los Tumbagas de Almendrilla han realizado en pro de la patria española, dando pruebas de valor, tacto, arrojo y otras mil cosas escritas en caracteres ilegibles, almacenadas para solaz de ratones y pesadumbre de tablas de biblioteca.

Ello es que en la época de los godos y al empezar la reconquista, había ya Tumbagas de Almendrilla, y los habrá siempre, a no ser que en las páginas de este relato muera el solo individuo que queda de tan nobilísima estirpe. En vano se ha querido manchar el blasón de aquella ilustre casa.

Aquella era la casa de los Tumbagas de Almendrilla. Nada queda de las grandezas de tan ilustre raza, y aun se teme que por falta de puntualidad en satisfacer derechos de lanzas y medias anatas, haya caducado el título que ostentaron, y cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.

En reinados posteriores, los Tumbagas ocuparon puestos donde bien pudieran haber sido útiles a la Religión o al Rey: uno mandaba en las procesiones el piquete de honor; acompañaba otro, espada en mano, al Santísimo Sacramento; daba éste la guardia al Santo Sepulcro; encargábase aquél, durante el verano, del mando de las falúas de paseo en los estanques de los Sitios Reales.

Palabra del Dia

godella

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