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De suerte, que este es el lenguage comun de los Aprobantes, que sean buenos los libros, que sean malos, y es porque no gobierna al juicio en las alabanzas la justicia, sino el amor propio. Las satisfacciones impertinentes que dan los Autores en los Prólogos, son efectos del amor propio.

Menéndez, cuyos prólogos en cambio son encantadores y se leen con mayor interés y deleite que la más ingeniosa y apasionada novela.

II. Loas ó pequeñas piezas ó prólogos, de carácter comendatorio, que se declamaban antes de las comedias y autos . Divídense en dos especies principales, á saber: en a. Al comenzar la época de que tratamos, era de rigor la loa en toda obra dramática; á principio del siglo XVII fué cayendo en desuso, en cuanto á las comedias , observándose sólo en los autos.

He observado que en los prólogos se suele dar principio explicando de un modo más ó menos indirecto el por qué de ellos, y birla birlando, sin darme cuenta de ello, es lo que he hecho en los párrafos anteriores.

El honroso sentimiento patriótico, que le impulsó á publicar algunas obras dramáticas antiguas españolas escogidas , merece indudablemente consideración y gratitud; pero los prólogos de su Teatro español, en los cuales se propone atacar el gusto francés, demuestran que no era el hombre á propósito para defender con éxito su poesía nacional contra los extranjeros.

Pero no poner en los Prólogos sino escusas, ponderaciones de su trabajo, y dexar á los lectores para que juzguen si ha cumplido, ó no con la empresa, son exâgraciones que ocasiona el amor propio. ¿Pues qué dirémos de los perdones que piden?