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Actualizado: 1 de junio de 2025
El pesimismo se expresa en ellas con tanto chiste y gracejo, que regocija, en vez de desesperar, y hasta se le antoja á quien lee ó recita aquellas blasfemias, no ya que él debe perdonarlas propter elegantiam sermonis, sino que hasta la Soberana Potestad, á quien se dirigen, en vez de castigarlas, las celebra y las ríe, como ríe y celebra la madre cariñosa y benigna al niño pequeñuelo y mimado, si la insulta por que no le da, para que no le hagan daño, las chucherías y golosinas que le pide.
Era Maximiliano, quien al ver a doña Guillermina y a Segismundo sentados en la escalera, hizo el siguiente razonamiento: «Dos personas que esperan y que se sientan cansadas. Luego, hace tiempo que esperan, y la casa está cerrada». Un rato estuvo inmóvil sin saber si seguir subiendo o volverse para abajo. El regente se reía y Guillermina le miraba con gracejo.
Llamábanlo el Parlampán porque en las corridas de toros se presentaba vestido de monigote en la mojiganga o cuadrilla de parlampanes, y desempeñábase con tanto gracejo que se había conquistado no poca populachería. Una tarde se exhibió en el redondel llevando dentro del cuerpo más aguardiente del acostumbrado, cogiólo el toro, y en una camilla lleváronle al hospital.
Palabra del Dia
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