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Actualizado: 26 de julio de 2025
A un empleado, pongamos por caso, que tiene tres o cuatro mil pesetas de sueldo anual, y es padre dichoso de dos o tres niñas, que gastan sombrerete y otros primores parisinos, ¿qué le queda para pagar la comida y el alquiler de la casa si han de ir las niñas medianamente emperegiladas?
A la noche siguiente fué á visitar al viejo y popularísimo Sevestre, protector de los comediantes jóvenes y especie de cacique ó de gobernador general de todos los pequeños teatros de los arrabales parisinos.
La desaparición del famoso coq levanta entre los grandes comediantes parisinos formidable revuelo: todos quieren sustituirle: Le Bargy declara que, por representar «Chantecler», está dispuesto á salir de la Comedia Francesa; los «societaires» de la Casa de Molière protestan; el asunto llega á la Cámara, y las discusiones continúan, hasta que Edmundo Rostand entrega su comedia á Luciano Guitry. ¡Buena elección!
Creo, pues, que convendría volver a las mantillas y abandonar los sombreretes y demás primores parisinos. Yo gusto del lujo. ¿Quién no gusta del lujo como no sea un asceta o un esparciata? Pero el lujo no debe ser a expensas de la alimentación.
Palabra del Dia
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