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Actualizado: 2 de octubre de 2025
Elisa empezó, pues, a flirtear con el Condesito. Pronto logró enamorarle un poco; pero no era el Condesito de los que se rinden y se esclavizan con facilidad. La flirtation no deja rastro, ni huella, ni señal de la herida, y puede no obstante penetrar en lo profundo del alma y herirla de muerte.
Intenté explicar mi repentino alejamiento, sin herirla a ella ni a don Oscar. Pero estaba tan confuso y avergonzado, que no dije más que tonterías. Doña Tula estuvo amabilísima conmigo; pero cuanto más lo estaba, más seria y cejijunta se ponía Gloria, que no había despegado ni despegó los labios durante nuestra plática.
El veía a España acechada por innumerables enemigos. Dado que no era posible vencerla en guerra franca y varonil, buscábase ahora minar aquella unidad religiosa que la hacía invulnerable introduciendo en su seno la disputa, la secta, el desorden. Herirla en su fe era enfermarle el vigor. La herejía era más temible que todos los ejércitos.
Palabra del Dia
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