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Actualizado: 1 de junio de 2025


Elena apenas podía creerlo; tan persuadida estaba de que su cuñada tendría un aborto. Inmediatamente se apoderó del infante, y después de arreglado convenientemente se lo llevó a su padre que arrellanado en una butaca del despacho estaba comiendo melancólicamente unas rajas de jamón en dulce. La emoción le había producido hambre.

Su furor no tuvo entonces límite, y vino a aumentarlo el cazurro Martínez, que con los carrillos hinchados y la boca llena de risa reventaba por soltar la presa, y soltóla al fin, diciendo a modo de fisga: ¡Abortó la conspiración!... ¡España puede ya dormir tranquila!...

No debe admirar que la manzanilla haya sido tan usada mas bien como medio accesorio en las fiebres puerperales, en las metritis, en las metrorragias, aun en las ocurridas despues del parto, en los fenómenos nerviosos que preceden y siguen al aborto, en las convulsiones y en los espasmos abdominales de las mujeres embarazadas ó paridas, en la fiebre láctea y en la supresion de esta secrecion, en los cólicos menstruales en fin, y en los dolores violentos que suceden al parto.

Avergüénzase, se arrastra, quiere pelear y no puede, ¡aborto gigantesco, frustrado entre dos mundos, pobre Caliban desarmado! La pesadez, fatal á la ballena, esto todavía más para los seres que nos ocupan.

Por aquel doctor supo la Valcárcel, horrorizada, cuando se trató de dar la vuelta a la ciudad, que lo que ella creía aborto, en aquellas circunstancias podía ser mucho más peligroso que el parto en su día..., porque ya sería otra cosa: un verdadero parto antes de la cuenta, pero no aborto en rigor.

Palabra del Dia

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