United States or Norfolk Island ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pueyo era una gran figura en la andante literatura de esta época: él fué el único que creyó en Siles, el que en los cafés solitarios nos hacía leer nuestros versos, después de escuchar un aria de Marina o el raconto de Lohengrin. Entonces se conmovía mucho y confesaba que él también había escrito versos en su juventud.

La Elisabeta, pálida y mística, del Tanhäuser, había sido retratada en Milán; la Elsa, ideal y romántica de Lohengrín, era de Munich; había una Eva, cándida y burguesa de Los maestros cantores, fotografiada en Viena, y una Brunilda soberbia, arrogante, de mirada hostil y centelleadora, que llevaba al pie el sello de San Petersburgo.

¡Qué cambio el de nuestros tiempos, amigo Ojeda! ¡Qué transformación de valores!... El oro y el comercio, que en otras épocas sólo eran para la gente despreciable acorralada en las juderías, reinan ahora como fuerzas directoras del mundo... Y si lo duda usted, ahí tiene al amigo de los bigotes tiesos que nos preside, místico y guerrero como Lohengrin, músico y genial como Nerón, siempre con coraza y casco de aletas, y que, sin embargo pasará a la Historia con el título de primer viajante de comercio de nuestra época.

Y bajó en línea recta, arrastrado por sus zapatos nuevos, y en su caída al abismo de los barcos rotos y los esqueletos devorados, el cerebro, cada vez más envuelto en densas neblinas, iba repitiendo: Padre nuestro... Padre nuestro... ¡ladrones! ¡granujas! ¡Me han abandonado! Un silbido El entusiasmo caldeaba el teatro. ¡Qué debut! ¡Qué Lohengrin! ¡Qué tiple aquella!