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Atualizado: 10 de maio de 2025
Yo que tan dulce tormento No quiero dallo, aunque peco, Resisto, y no lo consiento; Mas si me lo toma á trueco De mis males, soy contento. Señora, ved lo que ordena Este Amor tan falso nuestro! Por pagar á costa agena, Manda que de un mirar vuestro Haga el premio de mi pena. Mas vos, para que veais Tan engañosa intencion, Aunque muerto me sintais, No mireis, que si mirais, Ya no espero galardon.
Y si estimas en poco el ver cual ando, Aqui me tienes ante ti rendido: Viva tu gusto, mi esperanza muera. Dulces engaños de mis ojos tristes, Cuan vivo despertais mi pensamiento! Aquello que pudiera dar contento, En sombra de pintura lo volvistes. De blando sobresalto enternecistes Con vista arrebatada el sentimiento; Mas no le asegurastes un momento Aqueste vano bien que le ofrecistes.
E elogiando a alguns poetas diz no canto VII: «De la alta cumbre del famoso Pindo Bajaron tres bizarros lusitanos, A quien mis álabanzas todas rindo Con prestos pies y con valientes manos Con Fernando Correa de La Cerda Pisó Rodriguez Lobo monte y llanos. Y porque Febo su razon no pierda, El grande Don Antonio de Ataide Llegó con furia alborotada y cuerda.
No palacio real, emquanto o conselho de ministros reunia para deliberar em tão grave conjunctura, o patriarcha das Indias ministrava a santa uncção á moribunda, e, fallando-lhe de Deus, perguntava-lhe se lhe custava morrer: Si, por Alfonso e por mis queridos padres, respondia a rainha.
No hallo á mis males culpa, Para que merezca pena La causa que me condena. Essa está gentil desculpa Para hoje dar a Alcmena! Tẽe-no mandado chamar, E elle está tão descuidado! Moço, queres-me matar? Que desculpa posso eu dar Melhor qu'este meu cuidado? E não ha mais que fazer? Com isso a boca me tapa Para mais nada dizer?
Tẽe tal jurdição Amor N'alma donde se aposenta, E de que se faz senhor, Que a liberta e isenta De todo humano temor. E com mui justa razão, Como senhor soberano, Que Amor não consente dano. E pois me soffre tenção, Gritarei por desengano: Tudo póde huma affeição. Justa fué mi perdicion; De mis males soy contento; Ya no espero galardon, Pues vuestro merecimiento Satisfizo mi pasion. Glosa.
E cá fóra veriamos o velho mendigo no mesmo lugar ainda, cantando ao som da sanfona: «Rosa fresca, rosa fresca, tan garrida y con amor; quando vos tuve em mis braços, no vos supe servir, no, y agora que os serviria no vos puedo aver no. ............................ ............................
Duéleme el despertar por contemplarte; Que si bien sé te huelgas de no verme, Huélgome de ser ciego por mirarte. Mas si quiero de engaños mantenerme, Y tú quieres me pierda por amarte, Sin gran ganancia no podré perderme. Mi gusto y tu beldad se desposaron, Terceros por mi mal mis ojos fueron: Su logro ha sido tal, que, alfin, hicieron Un hijo hermoso á quien amor llamaron.
Quantas vezes eu, nas minhas horas tristes, repetia com a Iphigenia do grande poeta francez, e com o espirito na alma de minha mãe, assim como ella o tinha no afflicto rosto da sua: Ah! Sous quel astre-cruel avez-vous mis au jour Le malheureux objet d'un si tendre amour? O primo, continuou ella, conhece perfeitamente Racine e Corneille? Perfunctoriamente. Conheço melhor Euripedes e Seneca.
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