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Actualizado: 28 de julio de 2025
Son vulgares las expresiones: «esto es así, es evidente; pero supongamos que no lo sea; ¿qué resultará?» «Esta demostracion es concluyente, pero prescindamos de ella, supongamos que no la tenemos, ¿cómo podriamos demostrar lo que deseamos?» Los argumentos ad absurdum tan en uso en todas las ciencias, y muy particularmente en las matemáticas, estriban no solo en prescindir de lo que conocemos, sino en suponer una cosa directamente contraria á lo que conocemos. «Si la línea A, dice á cada paso el geómetra, no es igual á la B, será mayor ó menor; supongamos que es mayor: etc. etc.» Por manera que para la investigacion de la verdad prescindimos frecuentemente de lo que sabemos, y hasta suponemos lo contrario de lo que sabemos.
Al buscarse en las escuelas el principio fundamental, suele advertirse que no se trata de encontrar una verdad de la cual dimanen todas las otras; pero sí un axioma tal que su ruina traiga consigo la de todas las verdades, y su firmeza las sostenga, al menos indirectamente; de manera que quien las negare pueda ser reducido por demostracion indirecta ó ad absurdum; es decir, que admitido dicho axioma, se podrá conseguir que quien niegue los otros sea convencido de hallarse en oposicion con el que habia reconocido como verdadero.
Por lo mismo que la version parecía absurda, fué creida. Credo quia absurdum, decía S. Agustin. Pero Simoun, ¿no estaba anoche en la fiesta? preguntó Sensia. Sí, dijo Momoy, ¡pero ahora me acuerdo! Dejó la casa en el momento en que íbamos á cenar. Se marchó para sacar su regalo de bodas. ¿Pero no era amigo del General? ¿no era socio de don Timoteo?
Palabra del Dia
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