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Actualizado: 7 de junio de 2025
Las mujeres, que iban subiendo al cielo, cantaban; y D. Fadrique oía, á través del ambiente tranquilo, los últimos versos del himno, que decían: Mors piavit, mors sanavit Insanatum animum Con estos dos versos en la mente se despertó D. Fadrique. Apenas se hubo vestido, oyó que daban golpecitos á la puerta. ¿Quién es? preguntó? Soy yo, tío dijo la dulce voz de Lucía.
Y luego, en el margen, citar a Horacio, o a quien lo dijo. Si tratáredes del poder de la muerte, acudir luego con: Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas, Regumque turres.
Si uno para probar la mortalidad humana dixera lo de HORACIO: Pallida mors, &c. y para mostrar la poca constancia que los hombres tienen en las amistades, dixera lo que se atribuye á CATON: Donec eris felix, &c fuera cosa ridícula, porque estos son lugares comunes, ó como suelen decir de N, que se pueden acomodar á todos los asuntos, y en ninguno hacen falta; y ordinariamente se descubre este vicio en los que afectan la erudicion, y aunque sea vulgar la proponen en todos los casos que se les ofrecen.
Palabra del Dia
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