United States or Palau ? Vote for the TOP Country of the Week !
Antes de todo, quería datos, antecedentes. D. Venancio el alópata, además alcalde y también especialista en partos, había andado allí. ¿Para qué? Para nada; pero había andado. Había recomendado la dieta. ¡Malo! D. Venancio era un grandísimo tragaldabas, que tenía indigestiones como podría tenerlas un cañón cargado hasta la boca, y las curaba con dietas dignas de la Tebaida.
Envíeme usted a su casa, señora. No hay curación imposible para la homeopatía. Es usted muy bueno, doctor. Pero su médico, un simple alópata, asegura que ya no le queda más que un pulmón, y aun estropeado. Se le puede curar. El pulmón, tal vez. ¿Pero y la enferma? Puede vivir con un solo pulmón. Se ha visto muchas veces.
Además, se decía para tranquilizarse, que el viejo alópata era un original capaz de inventar las teorías más absurdas. Había oído decir, es verdad, que la tuberculosis se transmitía algunas veces de padre a hijo, pero encontraba muy natural que Germana guardase para sí la enfermedad y la muerte, como bienes parafernales.
La señora Chermidy vio entrar un viejo alópata, curtido en el ejercicio de la profesión, que no creía en los milagros, que gustaba de colocar las cosas en lo peor y que se extrañaba de que un animal tan frágil como el hombre pudiese llegar sin accidente a los sesenta años.
Palabra del Dia
Otros Mirando