United States or South Korea ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y silenciosamente entramos de nuevo en el aposento. Con la luz artificial, las cosas todas presentaban su aspecto de costumbre, y el retrato de mi madre la dulzura inafable de su rostro. Debajo de él, sobre una mesa, se hallaba mi último soneto; lo tomé para leerlo a Rafael, y encontré que estaba humedecido y emborronado.

Jenny dijo estas palabras en voz baja y, sin embargo, Sorege dirigió al rededor una rápida mirada como para asegurarse de que nadie había podido oir. Con paso de gato fué á la puerta, la abrió silenciosamente, miró á la pieza contigua para ver si estaba vacía y volvió con el mismo paso felino hacia la joven. Se trata de no decir ni hacer tonterías, dijo con dulzura.

Sin embargo, es evidente que tiene recursos, porque, en varias ocasiones, al saber la miseria o desgracias de algunas de las familias que viven en esa calle, las ha visitado silenciosamente y dispensado su caridad de una manera generosa. Es a esto, según parece, a lo que debe el respeto que ha inspirado, mientras, por otra parte, ha tratado intencionalmente de rodear de misterio su identidad.

Después que hubo contemplado silenciosamente por un momento la obra de Marta, le preguntó: ¿Para quién es ese ramo? Para María, que quiere empezar esta tarde sus flores a la Virgen. Me ha pedido que le hiciese dos y ya tengo uno en casa. Un relámpago de alegría pasó por los ojos del joven al oír el nombre de su amada y empezó a interesarse en el arreglo del ramillete.

Dentro sonaba el lamento de la madre, estridente, interminable, como el berrido de una bestia herida. Fuera, lloraba el padre silenciosamente, rodeado de sus amigos.

Entonces se acercó al estante sobre el cual se alineaban los volúmenes de lomos lucientes y dorados. Su mano buscó a tientas durante un momento por la pared y sacó algo azul en forma de rollo. ¡Aquí está, Roberto! exclamó triunfante. Vámonos. El joven meneó silenciosamente la cabeza.

Al final de él se paró ante una puerta y aplicó el oído. Dentro se oía una respiración tranquila y acompasada. Al cabo de buen rato alzó con la mano suavemente el pestillo, empujó la puerta y penetró silenciosamente en la estancia. Con los brazos extendidos hacia adelante, avanzó algunos pasos hasta tropezar con una cama. Quedó inmóvil otra vez, y con voz apagada dijo: Pedro... Pedro...

Así verá el mundo entero que nos anima el puro amor de la verdad y de la justicia. Esto es lo que ha dicho el jefe, é inmediatamente se ha puesto de acuerdo con la policía para que todo se haga rápida y silenciosamente. ¿Y qué ha dicho el ministro de nuestra expedición á Numea? preguntó Marenval frotándose las manos.

Una de las manos, prodigio de finura, descansaba en el regazo; la otra pendía fuera de la butaca. El fuego la envolvió también en una mirada larga que prestó á su rostro mayor trasparencia. El conde de Trevia vino silenciosamente á sentarse en la otra butaca y quedó mirándola fijamente. El aya no apartó los ojos de la lumbre. Ya estoy aquí dijo con impaciencia al cabo de un rato de contemplación.

El niño, que había suspendido el llanto para escuchar a su madre, cuando ésta terminó el repertorio de promesas, volvió a gritar: ¡Quero Ía! No fue posible por ningún medio hacerle desistir de su empeño. La generala estaba furiosa. ¿Pero qué edad tiene el niño? preguntó en voz baja Miguel, que se había aproximado silenciosamente a la alcoba. Tres años.