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Y si no se nos ofrece corriendo con velocidad igual á la de un objeto en quietud en el mismo lugar, es porque moviéndose en la misma direccion que nosotros, solo se nos hace sensible la diferencia. No percibiendo nosotros el movimiento del barco que anda como 5, un objeto fijo que esté á sus inmediaciones se nos presentará movido con la velocidad igual á 5.

El Puerto Deseado es muy angosto en el espacio de media legua, la velocidad de la corriente en el flujo y reflujo es de siete á ocho millas por hora, y una gran parte del fondo está sembrada de bancos y piedras: sus campañas están cubiertas de arena, de modo que no se encuentra en ellas un arbusto: no hay en todo aquel terreno, manantial de agua dulce, ni los pozos ó cazimbas que se han abierto en la playa, pueden dar la cantidad suficiente para el gasto diario de las embarcaciones, y para llenar la vasijeria de la bodega.

Necesitaba ver y saber, como el criminal que vuelve instintivamente al lugar donde realizó su delito. A mediodía empezaron á marcarse en el horizonte varias nubecillas. De todas partes acudían los vapores, atraídos por este ataque inesperado. El buque francés, que marchaba delante en la carrera de auxilio, moderó repentinamente su velocidad. Había entrado en la zona del naufragio.

Como en el mismo instante sintiera pasos, cargó en sus brazos á la gentil dama, echando á correr con ella fuera de la casa. Bajó la escalera, atravesó el patio, salió á la calle con tanta velocidad. Su carrera era como la del pájaro que, al robar su grano, oye el tiro del cazador, y sintiéndose ileso, quiere poner entre su persona y la escopeta toda la distancia posible.

Por último, la misma luz, cuyo movimiento de propagación es el más rápido de todos los movimientos conocidos, tarda 8 minutos y 16 segundos para recorrer la misma distancia, no obstante su velocidad de 300,000 kilómetros por segundo. 71. =Dimensiones del Sol.= Vengamos ahora á las dimensiones del Sol. El radio de esta inmensa esfera equivale á más de 108 veces el radio ecuatorial de la Tierra.

De pronto vió ante ella una portezuela roja de automóvil abierta por la mano de su compañero. Sube ordenó Julio. Y ella subió apresuradamente, con el ansia de ocultarse cuanto antes. El vehículo se puso en marcha á gran velocidad. Margarita bajó inmediatamente la cortinilla de la ventana próxima á su asiento.

Tal soy dijo el licenciado. Pues tomad este pliego y enteráos de él en servicio del rey y de la justicia. Tomó el alcalde el pliego, y apenas le hubo tomado, cuando el desconocido, volviéndole rápidamente la espalda, dió á correr con una velocidad maravillosa. ¡Síganle y agárrenle! gritó el alcalde.

El cuerpo A, que está en movimiento, choca con el cuerpo B, que está en quietud; y este, despues del choque, comienza á moverse; prescindiendo de si el choque de A ha sido causa del movimiento de B, lo que nosotros podemos asegurar es, que no tenemos intuicion de la actividad productiva del movimiento. ¿Qué nos dicen los sentidos sobre el cuerpo A? solo nos dicen que se ha movido con tal ó cual velocidad hasta el punto M, en que se hallaba el cuerpo B. ¿Qué nos dicen sobre el cuerpo B? solo nos dicen que ha comenzado á moverse en el instante en que el cuerpo A ha llegado al punto M; hasta ahora solo tenemos relaciones de espacio y tiempo entre dos objetos extensos A y B. ¿Donde está la intuicion de la actividad de A, y de su accion sobre B? carecemos absolutamente de ella.

Por ejemplo; si nos propusiéramos determinar el grado de velocidad, por la agitacion que sentimos en nuestro cuerpo, tendríamos que la medida seria diferente segun lo fuera la agitacion; ¿y quién ignora que esta agitacion depende de las mayores ó menores fuerzas del que se agita, y muy particularmente de su magnitud?

Confiaba en la velocidad del Mare nostrum y en su buena estrella. Y si nos sale alguno al paso dijo á su segundo , que nos salga ante la proa. Deseaba que fuese así, para lanzar el buque sobre el sumergible á toda velocidad, espoloneándolo. Ya no era el Mediterráneo el mismo mar de meses antes, cuyos secretos conocía el capitán; ya no podía vivir en él confiadamente, como en la casa de un amigo.