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Su afición á los relatos novelescos de todas clases era antigua; pero se había exacerbado en la Presa á causa de las largas horas de soledad. Todos se iban á trabajar en las inmediaciones del pueblo, dejándolo solo en su rústico despacho.

Después de mirar los periódicos que estaban sobre la mesa, añadió: Como creo dificilísima tu salvación, mañana mismo salimos para la América del Sur. eres ingeniero, y allá en la Patagonia podrás trabajar á mi lado... ¿Aceptas? Torrebianca permaneció impasible, como si no comprendiese esta proposición ó la considerase tan absurda que no merecía respuesta.

Me... río; tenemos aún, quizá, ochocientas leguas que hacer y diez y ocho hombres que mantener; además, éstos deben ser los primeros, porque se hallan en estado de trabajar. Los que deja usted en la corbeta van a reventar como perros o a comerse los unos a los otros; porque mañana, pasado mañana... tendrán hambre. Me... río, ¡que revienten!

Muchas gracias; él quería ser empleado de los que están a la fresca y fuman. Antes que partirse el espinazo en el adoquinado, prefería vivir sin trabajar.

Mi padre cayó enfermo, y como mi madre no le quiso asistir, porque era malo, él fue al hospital donde dicen que se murió. Entonces vino mi madre a trabajar a las minas. Dicen que un día la despidió el jefe porque había bebido mucho aguardiente.... Y tu madre se fue.... Vamos, ya me interesa esa señora. Se fue....

Entre tantas combinaciones no se le ocurrió al joven Relimpio la más sencilla de todas, que era trabajar en cualquier arte, profesión u oficio, con lo que podía ganar, desde un peseta para arriba, cualquier dinero.

Sin duda el único proyecto que le pareció natural era el de irse á Medina con su madre y ponerse á trabajar de nuevo y vivir del mejor modo que Dios les diera á entender; pero necesitaba saber dónde dormiría aquella noche. Pensó en su amiga Paca: era la más digna por su conducta y la que por su posición mejor podía ofrecerle hospitalidad.

Pero aguarde usted: como los señores que dirigen la cosa no están muy allá que digamos en eso de comedias, la hubieron de enviar a un cómico que dicen que es hombre que lo entiende, y tiene gran mano en las compañías: éste dijo que no valía cosa, y todo fue, según yo pude averiguar, porque no tenía él un buen papel para lucirse: recogimos la comedia, y éste le puso un papel que era lo que había que ver; volvió y dijo que tampoco valía nada, y fue, según me dijeron, porque el papel era muy largo y él no debe de tener muchas ganas de trabajar.

También los cautivos del rey que son de rescate no salen al trabajo con la demás chusma, si no es cuando se tarda su rescate; que entonces, por hacerles que escriban por él con más ahínco, les hacen trabajar y ir por leña con los demás, que es un no pequeño trabajo.

También sabían de memoria, sin olvidar una tilde, los romances de matones, guapezas, robos, asesinatos, anécdotas del patíbulo. Cuando Mariano ganó tres reales, Juan Bou, haciendo justicia a sus progresos, atendió sus reclamaciones. El muchacho aborrecía la caja. Quería trabajar en litografía; pero como no tenía aptitud ni pulso para el dibujo, quiso ser estampador.