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Las ansias amorosas se cruzaban en su espíritu con temores vagos, y al fin venía a considerarse la persona más desgraciada del mundo, no por culpa suya, sino por disposición superior, por aquella mecánica espiritual que la empujaba de un modo irresistible.

Por la vida que a usted debe, por el tierno amor que le profeso, por el interés que me tomo en su dicha y en el bienestar de su reino, deseche vanos temores y arrostre los peligros que nosotros desafiamos. ¿Qué importa su nacimiento? ¿Qué importa su estado? Desprecie, en obsequio nuestro, las exclamaciones e insultos de la Corte, y sea nuestro ministro, como es nuestro amigo.

Venus le da diversos consejos, con los cuales espera que consiga la realización de sus deseos, y el más importante de todos que llame en su auxilio á una alcahueta. Pamphilo queda solo, y expresa sus temores en un monólogo: ve pasar entonces á su amada Galatea, y se decide á hablarla. Así acaba el primer acto. Acto segundo.

No la impresionaban las ilusiones de sus padres por el contraste que formaban con su certeza de que era muy breve el espacio que las separaba de la sepultura de los ilusos, puesto que no era el dolor de perderlos lo que sentía en sus temores de quedarse huérfana a la hora menos pensada.

Temores de cuchillo serán a mi pueblo; por tanto, hiere el muslo; 14 , pues, hijo de hombre, profetiza y bate una mano con otra, y dóblese el cuchillo la tercera vez, el cuchillo de muertos; éste es cuchillo de gran matanza que los penetrará, 15 Para que el corazón desmaye, y las ruinas se multipliquen; en todas las puertas de ellos he puesto espanto de cuchillo. ¡Ay!

Hubo temores de que no pudiera llegar a Tablanca por sus pies, y se buscaron atajos para llegar cuanto antes. Cómo llegaron, al fin, Neluco y el enfermo, ya lo habíamos visto nosotros.

¡María Santísima, San José bendito, qué comentarios, qué febril curiosidad, qué ansia de investigar y sorprender los propósitos del buen D. Carlos! En los primeros momentos, la misma intensidad de la sorpresa privó a todos de la palabra. Por los rincones del cerebro de cada cual andaba la procesión... dudas, temores, envidia, curiosidad ardiente.

Como llegan tardía y débilmente al oído los ecos de la tormenta lejana que va aproximándose por instantes, sintió Lázaro ir llegando a su alma vagos presentimientos de dudas y temores, misteriosos anuncios de un porvenir preñado de lágrimas e insomnios.

Tomó a la joven de la mano y la condujo al banco a pesar de las súplicas y de la resistencia de ella. Una vez sentado junto a la joven, prosiguió: Elena, he estado enfermo en Bruselas, en peligro de morir; tranquilizaos, no tembléis así. En peligro de morir repitió la joven . ¡Oh! era por eso que mi corazón estaba lleno de temores y que lloraba cuando pensaba en vos...

La víspera de la recitación encontróse con un amigo y le expresó así sus temores sobre su pequeño y poético secreto: «Quisiera que nadie lo supiese de antemano; pero temo decírselo a todo el mundo». En estas pocas e ingenuas palabras del abate Delille está encerrado el secreto de la propagación de los secretos. ¿Por qué nos cuesta tanto guardar un secreto?