United States or Tanzania ? Vote for the TOP Country of the Week !


Este peligro sobrepuja y se adelanta a los infinitos en que de perder la vida me he visto, porque un miedo dilatado y un temor no vencido fatiga más el alma que una repentina muerte: que en el acabar súbito se ahorran los miedos y los temores que la muerte trae consigo, que suelen ser tan malos como la misma muerte.

El patriotismo se mostraba alarmado por los temores, fundados ó infundados, de nuevas conquistas de parte de Francia, temores que acababa de despertar la guerra de Italia.

Acaso esto que siento al pensar que vives cerca de esa señorita tan hermosa y tan elegante; acaso serán celos estos temores que me asaltan cuando recuerdo que hace tiempo que Gabriela me preguntó por , con mucho interés, con «demasiado interés». Comprendo que en ella encontrarás muchas cosas que yo no tengo; Gabriela es una señorita más digna que yo de ser amada, , más digna que yo.

»Expuso a sus colegas el motivo de la junta; les refirió la muerte de su esposa, la delicada constitución de su hija, los cuidados, las minuciosas precauciones de que había rodeado su vida desde el momento del nacimiento hasta el presente, y les enteró de los temores que a él le había inspirado al acercarse a la edad de las pasiones y del cariño que a me profesaba.

Tanto que, dando al traste con todas sus ambiciones y temores, se resolvió a salir de aquel miserable estado haciéndola suya. Tomada esta resolución, descansó como si le quitasen un gran peso de encima, y logró dormir tranquilamente.

He ahí una sabia posición contra los murmuradores. Pero ¿y si la murmuración es justa, como sucede casi siempre? Claro que el murmurado tiende a creer que es injusta, suponiéndola muy justa cuando él se convierte, a su vez, en murmurador. La civilización tiene su origen en un vasto conjunto de temores, desde las leyes escritas hasta las prácticas sociales.

Amaury palideció porque vislumbró vivos temores en el acento de súplica del doctor, cuyo rostro iba adquiriendo por momentos una expresión muy sombría. Dígame, papá, ¿qué exige usted de mi? ¿qué quiere usted que haga? preguntó temblando Magdalena. ¿Es que estoy más enferma de lo que pensábamos? ¡Hija mía! respondió el doctor, tratando de esquivar esta pregunta.

Estaba tan acostumbrada al dominio absoluto de su marido, que acabó por considerar sin fundamento sus sospechas y temores. Además, aunque tales inquietudes resultasen ciertas, ella conseguiría apaciguarlo y convencerlo, como lo había hecho muchas veces. La vista de un transeúnte que pasaba lentamente ante la casa mirando á las ventanas sirvió para hacerla olvidar á su esposo. Era Manos Duras.

Quizá venga a pretender algo; mas de ser así, ¿por qué no consultarlo antes con nuestro padre? , que conoces mi modo de pensar, aunque no por completo, comprenderás que abrigue ciertos temores. Tirso es cura, y en esta casa hay muy poca devoción.

Pero al acostarse volvió Ido a ser atormentado por sus temores, y no tuvo más remedio que estar toda la noche hecho un ovillo, con las manos cruzadas en la cintura, porque si en una de las revueltas que ambos daban sobre los accidentados jergones la mano de su mujer llegaba a tocar el duro, se lo quitaba, tan fijo como tres y dos son cinco.