United States or Suriname ? Vote for the TOP Country of the Week !


En este parage, ademas de la nacion Enoo, hay otras que se llaman Kemeneies, Kennekas y Karaykes, siendo iguales todos en la estatura y fisionomia á los Enoo que son regulares: el pecho ancho y levantado, la frente pintada como el resto del rostro, los cabellos largos y pendientes de la frente, á excepcion de las mugeres, que son cortos. Los pájaros niños se llaman Compoggres.

Se decía que sus cabellos eran negros como la endrina, que sus ojos brillaban como dos soles, que tenía manos muy bellas y señoriles, y que la palidez mate de su terso y blanco rostro estaba suavemente mitigada por el sonrosado y vago matiz que arrebolaba sus frescas mejillas.

El tuvo fuerzas para disimular, exclamando con desprecio: ¡Me había de batir yo con ese canalla! ¡Nunca!... Le mataré donde le encuentre... Creyó en sus palabras; pero volvió a decirle con voz conmovida: Hazlo por tus inocentes hijas. Por mis hijas... y por ti respondió acariciándole afectuosamente el rostro con la mano. Y se apresuró a alejarse, porque la emoción le ahogaba.

Y como sorprendiese en el rostro de Fermín una mueca de protesta, volvió a su tono de humanidad. Hombre: no pienses en eso del casamiento. Ten lástima de mi y de mi familia. ¿No tenemos aún bastantes penas?

Niñas de catorce años, con rostro de ángel, oían sin turbarse blasfemias y obscenidades que a veces las hacían reír como locas. Todos eran jóvenes. El trabajador viejo no tiene esa alegría. Entre los hombres acaso ninguno había de treinta años. El obrero pronto se hace taciturno, pronto pierde la alegría expansiva, sin causa. Hay pocos viejos verdes entre los proletarios.

¿Y por qué? preguntó el niño, en cuyo rostro la sonrisa había sucedido inmediatamente a las lágrimas. Porque mañana sin falta respondió el duque, tomándole en brazos y acercándose a su mujer salimos todos para nuestras posesiones de Andalucía, que tu madre desea ver, y allí seremos felices como los ángeles en el cielo.

He mirado tus ojos serenos, me he bañado en su luz tardecina, y he logrado saber tus angustias, y he logrado leer tus desdichas. Hay un dardo mortal en tu pecho y en tu frente una sombra querida, una tenue tristeza en tu rostro y en tu boca una vaga sonrisa... algo raro que es todo un misterio, que nadie lo acierta y no lo adivina.

Una ola de dignidad retrospectiva le subió al rostro y le dio valor suficiente para decir: D. Juan, necesito mil reales.

Tal vez algún día, con más vergüenza que aquellas infelices, tendría que tender la mano a las gentes, sintiendo calor en el rostro y en el estómago el cruel arañazo del hambre. Y como para sellar su pacto con la desgracia futura, cogió entre sus manos las desmelenadas cabecitas, besándolas en las sucias mejillas, en los labios cubiertos de costras.

Extendíase este por detrás de Biarritz, estrellándose contra las rocas con furor inmenso, amenazador e imponente, bajo aquel límpido azul y con aquel sosegado tiempo, como un gesto de terrible cólera en el rostro de una serena divinidad.