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El sol es su lámpara de oro; los demas astros, sus lámparas de plata; prados cubiertos de flores, su pavimento; selvas frondosas, sus ricas colgaduras; colinas tapizadas de musgo, sus altares; todos los seres que existen son sus dioses.

¡Ah! ..... Salamanca no representa una edad pasada ó una raza muerta, como acontece con muchas ciudades ricas en monumentos gentiles: Salamanca existe todavía con toda su antigua vitalidad, aunque en estación tan desfavorable.

Fueron ricas, pero han venido á menos; creo que el día menos pensado se comerán unas á otras. ¿Y en qué se ocupan? En nada, mejor dicho, en rezar. Una de ellas es santa, y le aseguro á usted que cuando se pone á hablar de sus santidades es cosa de morirse de risa. ¡Y qué impertinentes son! Cuando les propuse lo de la procesión, con objeto de sacar de allí á Clarita, se pusieron hechas unos grifos.

Eso que hace usted es lo que hacen todos aquí, ¡todos! Cuántos conozco yo, personas ricas, podridas en plata, que reciben en su casa a ésto o al otro joven.... De meritorios, por supuesto que de meritorios, y en dos o tres años no les pagan un real. No les dan nada, nada, no señor, que bastante tienen los infelices con el honor de servirlos.

Pudo haberse casado, porque todas las mujeres ricas se casan. Pero se había enamorado de un hombre que estaba enamorado de otra tan rica como ella y además hermosa y señora de título, con la que se casó al cabo. Doña Angela, no encontrando otro medio mejor para desahogar su cólera, se metió en las Descalzas Reales. Duróle la rabia un año, y tuvo tiempo de profesar.

En una palabra, examinado todo por separado, encuentro que V. emplea ingredientes contrarios á lo que V. se propone; y desde ahora doy por seguro, que en vez de sacar nada conforme á las bellísimas muestras que tiene V. en el despacho, va á sufrir una pérdida de consideracion en su fama é intereses.» «Todo es posible, señor filósofo, decia el inexorable tintorero, tomando en sus manos las preciosas materias y ricas manufacturas, y sumergiéndolas sin compasion en las sucias y pestilentes calderas, todo es posible, mas para dar fin á la discusion, déjese V. ver por aquí dentro pocos díasEl filósofo volvió en efecto, y el tintorero desvaneció todas las objeciones, desplegando á sus ojos las telas que por rigurosa demostracion debian estar malbaratadas. ¡Qué sorpresa! ¡qué humillacion para el analítico!

El carruaje rodaba por los altos de Begoña. Dormía el camino en medio de una paz monacal. A un lado y á otro alzábanse grandes edificios de reciente construcción. Eran conventos ocupados por frailes de órdenes antiguas y religiosas de modernas fundaciones. La piedad de las señoras ricas de la villa había levantado aquellos palacios.

La mujer no sería mujer, es decir, el encanto del Universo, si no poseía ese don precioso: La ternura que no la deja hasta el sepulcro, la piedad y sus lágrimas, más valiosas que las más ricas perlas de los mares. La que nos ha dado tema para este capítulo y algunos otros, no lloraba; pero ¡estaba tan próxima á hacerlo!

Por eso no quede dijo la otra en ademán trágico de aficionado casero: nosotras somos ricas; y por el bien y por la honra de Villavieja, daremos hasta las enaguas. Maravillas la estrechó la mano en silencio, y se largó prometiendo que El Fénix Villavejano no se haría esperar mucho.

«Tres leguas deste valle está una aldea que, aunque pequeña, es de las más ricas que hay en todos estos contornos; en la cual había un labrador muy honrado, y tanto, que, aunque es anexo al ser rico el ser honrado, más lo era él por la virtud que tenía que por la riqueza que alcanzaba.