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Cochinilla 2 gramos. Clavo de especias 15 Canela, corteza 10 Anís en grano 15 Raíz de pelitre 10 Quina de loja 20 Esencia de menta 3 Se muele muy bien todo, se echa en el alcohol y se deja unos quince días, después se filtra, se echa la esencia de menta, y se cierra la botella herméticamente.

Insensiblemente Carmen había ido creciendo y desarrollándose hasta convertirse en una mujercita muy linda y apuesta, sin que nuestro joven lo echase de ver. Cuando se efectuó la anterior escena podría tener catorce ó quince años.

Camino de Concepcion al Cármen. Cuéntanse como quince leguas de distancia de Concepcion al Cármen, que está hácia la parte del sud; ó si se quiere, dos jornadas de navegacion, subiendo en canoa por el rio Blanco que es muy profundo, bastante encajonado y mucho mas ancho que el rio de San-Miguel, pues tiene cuando ménos ciento cincuenta varas de banda á banda.

La República de Ginebra, que durante siglos estuvo reducida á la ciudad de ese nombre, se acrecentó en 1816, á virtud de los tratados de Viena y Paris que le anexaron quince distritos saboyardos y seis franceses. La sola capital contiene 41,415 habitantes, que hacen de Ginebra la primera ciudad de la Confederacion.

, hermanos hasta tocar el bolsillo respondió Wittmann . Vamos, eche usted un trago, y eso le tranquilizará. Entonces, ¿usted ha visto pasar quince mil? añadió el almadreñero.

Yo he tenido unos quince o veinte lances desde que dejé el servicio, y algunos, en verdad, bien desgraciados para mis adversarios; y, sin embargo, ¿habéis leído mi nombre alguna vez en la Gaceta de los Tribunales?

De tal suerte, que a los quince días se encontraba infinitamente mejor que en Madrid, y principiaba a sospechar que no sólo aquel invierno, sino todos los que a Dios pluguiere concederle, iba a pasar en aquella hermosa capital.

; grande y muy grande es, para gloria y vergüenza de su patria, porque si ha encontrado millares de seres degradados que se unzan a su carro para arrastrarlo por encima de cadáveres, también se hallan a millares las almas generosas que en quince años de lid sangrienta, no han desesperado de vencer al monstruo que nos propone el enigma de la organización política de la República.

No, señor; un momento nada más... y eso porque Soleá me había pasado dos recaos, uno hace quince días y el otro ayer mismo, por un amigo que la vió en la tienda de la Parra... Se disculpaba todavía con empeño, sin convencerse de que Velázquez no estuviese enfadado. No importa que entres y salgas en mi casa cuando bien te venga... Te lo he preguntao por hablar algo.

Y así fue, que, cuando llegó a edad de catorce a quince años, nadie la miraba que no bendecía a Dios, que tan hermosa la había criado, y los más quedaban enamorados y perdidos por ella.