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Fuimos en casa del cacique: habia entonces entre los indios una cruel peste, ocasionada de la hambre, porque los dos años antes la langosta habia destruido tanto el grano y todos los frutos, que casi no les dejó qué comer; y esto nos atemorizó tanto, que como tampoco llevásemos mucha comida, no pudimos detenernos en la provincia.

No nos pudimos dar cuenta de lo que ocurría. Nos asomamos a la borda. El Cachalote estaba hundido, sujeto a la amarra. Sin duda, al chocar el bote con alguna piedra, se había abierto. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Cómo volver a Lúzaro?

Las cartas y telegramas que solía recibir, pidiéndole que les reservara habitaciones, llegaban fechadas en diferentes ciudades de Francia o Italia, lo cual parecía demostrar que constantemente viajaban. Estos fueron todos los informes que pudimos obtener. La identidad del misterioso Paolo Melandrini permanecía aún sin descubrirse.

Durante diez minutos, los renové de instante en instante con el mismo éxito, al mismo tiempo que aprovechábamos apresuradamente las últimas luces del día para explorar minuciosamente todo el interior de la torre; pero excepto la puerta, que se hallaba como murada para nosotros, y la gran ventana, que un abismo de cerca de treinta pies separaba del fondo de los fosos, no pudimos descubrir salida alguna.

»Hacía un cuarto de hora que estábamos así desesperados, abatidos, sin saber qué partido tomar, cuando oímos un rumor a nuestra espalda y volviendo la cabeza vimos a una pordiosera que venía hacia nosotros con un niño de la mano. »No pudimos contener un grito de alegría juzgándonos ya en salvo.

Y el estudiante maldito voceaba: -Señor primo, otra vez rásquese cuando le coman y no después. El otro decía: -Sarna de V. Md., señor don Diego. Nosotros dimos en no hacer caso; Dios sabe cuán corridos íbamos. Con estas y otras cosas, llegamos a la villa; apeámonos en un mesón, y en todo el día, que llegamos a las nueve, acabamos de contar la cena pasada, y nunca pudimos en limpio sacar el gasto.

Si nosotros lo conseguimos, si al fin pudimos lograrlo y convertirlo en una realidad, ¿por qué pedir más? Siempre me he dicho esto a mismo, y realmente no he pedido mucho más.

La ascensión al volcán es sumamente difícil y arriesgada, no teniendo noticias de que viajero alguno haya hollado con su planta el vértice del cráter. El día que la María Rosario nos puso á la vista del Mayon, hubo algunos momentos en que por efecto del fuerte SE. pudimos admirar completamente despejado todo el espacio que cierra el magnífico cuadro que llena el volcán.

Unas cuantas cabras, un centenar de aves y algunas verduras, fué todo lo que pudimos conseguir. Aprovechando la brisa matinal, salimos del pequeño puerto de San Jacinto poniendo proa al cercano islote de San Bernardino, el cual no tardamos mucho en doblar, merced á la empopada en redondo que nos favorecía.

El dia 24 registramos su arroyo lo mas que pudimos, y lo hallamos con su curso al oriente, con alguna violencia, y mayor en algunos parages: motivo de la desigualdad de fondo, siendo este en partes de una y media varas hasta un pié: en unas su agua es salobre, y en otras gruesa, y turbia usual para todo ganado.