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Y al tiempo de decirlo, clavaba en él una de esas miradas soberanas que expresaba convencimiento profundo de su dominio. Gonzalo, por mucho que se alejase, no podría romper la cadena; volvería blando y sumiso a sus pies, como el cometa que en vertiginosa carrera surca los espacios y a una distancia inconmensurable siente el freno del sol y vuelve dócil hacia él su frente.

A éstos se les veía solos en todos los sitios: su presencia hacía detener o apresurar a los transeúntes; y era tan extraordinario este desvío, que hasta parecían ellos mismos afectados de profundo pesar, y se les observaba taciturnos y foscos, sintiendo que el suelo les quemaba las plantas de los pies.

Una vez arrojada la insignia fatal, dió Ester un largo y profundo suspiro con el que su espíritu se libró de la vergüenza y angustia que la habían oprimido. ¡Oh exquisito alivio! No había conocido su verdadero peso hasta que se sintió libre de él.

Viendo esto, he tenido la audacia de pedir al cielo que Vd. se deje vencer, que usted deje de querer ser clérigo, que nazca en su corazón de Vd. un amor tan profundo como el que hay en mi corazón.

Tales son los siguientes: La estatua de Prometeo. Trabajo profundo del mito de Prometeo, con arreglo á las ideas cristianas.

Comienzan á virar, pues, engañados, Pensando que embocaban por el rio, Mas iban muchas leguas apartados Vencidos de su loco desvarío. En costa y tierra dieron desrumbados, A la fuerza entregados del gentío: Una ola á D. Pedro le ha volado, Y el mar profundo y bravo le ha tragado. Los demas pasageros han salido A tierra, su miseria lamentando.

La abuela hizo un movimiento de tan excesivo mal humor, que me quedé ligeramente aturdida. ¿Es necesario hacer un estudio tan profundo para poner en claro ese grave problema?... ¡Qué rara eres, hija mía! Pero, en fin, permites que me ocupe en esto; es todo lo que reclamo de tu indulgencia...

En lo alto, el cielo les parecía más profundo, y el sendero, que formaba una espiral alrededor de la peña, parecía más estrecho.

Hasta se comprende que los hubiese matado en aquel momento, porque la pasión ciega el espíritu... ¡pero delatarlos!... ¡Dios mío, qué indignidad!... Cualquiera diría que mi amor no era más que un deseo vanidoso de ser preferido... Y, sin embargo, no es cierto; yo la adoraba... La adoro todavía en lo profundo de mi pecho.

»Al contemplar yo esta mañana a Magdalena adornada de esa suprema belleza que los últimos fulgores de la vida prestan a los moribundos, pensaba: » ¡Oh! esa belleza, esas miradas y esa sonrisa iluminadas por un amor profundo, todo eso, ¿no es el alma?... ¿Y acaso puede morir el alma? »Y no obstante, Magdalena morirá.