United States or Norfolk Island ? Vote for the TOP Country of the Week !


»Abracé a Antoñita, que había pronunciado estas palabras en un tono de sinceridad que no dejaba lugar a la más leve sombra de duda; y mientras ella volvía a tomar asiento en su banco, yo me dirigí hacia la escalinata para subir al salón. »Al poner el pie en la primera grada, la voz de Magdalena, suave como el cántico de un ángel, y esto vino a disipar mi tristeza.

Qué momento tan solemne aquel, de recogimiento para el alma del viajero, de esperanza profunda y de temor supremo! Al dejar la playa arenosa donde quiebra sus hondas el majestuoso Magdalena, creía separarme de un inmenso tesoro.

Tan grande era mi confianza en la bondad de Magdalena, que la idea de semejante confesión me parecía aún más natural en medio de las ideas locas o culpables que me asediaban.

Las marismas estaban llenas de agua, la alta marea había sumergido en parte el jardín del faro, batiendo tranquilamente la base de la torre que se asentaba ya sobre un islote. Magdalena caminaba ágilmente por los caminos mojados. Cada paso señalaba en la tierra blanda la huella de su calzado estrecho, con altos tacones.

»Quiere usted que le hable de Magdalena, y si he de decir verdad no sabría de qué hablar si no hablo de ella; nada hay capaz de alegrar mi entristecido corazón tanto como su recuerdo, que siempre vive en mi pecho. »¿Quiere usted que le explique cómo nos revelamos mutuamente nuestro amor al mismo tiempo que este sentimiento se nos reveló a nosotros mismos? »Hace de esto unos dos años y medio.

Recordará usted quizás que la víspera misma de su boda, hablándome solemnemente de lo que ella designaba con el calificativo de últimas voluntades de soltera, Magdalena había introducido el nombre de Julia y lo había barajado con el mío bajo esperanzas comunes cuyo sentido era claro.

Panorama de Friburgo. Sus monumentos y curiosidades. La hermita de la Magdalena. Estábamos listos para continuar nuestra excursion, dirigiéndonos de Neuchâtel á Berna por la via de Morat y Friburgo, cuando el clarin del postillon nos avisó que la diligencia iba á partir.

» Querido Amaury me dijo, aquí te dejo a solas con Magdalena, pues me doy perfecta cuenta de esos celos que tienes de mis lágrimas y comprendo el egoísmo de tu dolor que te hace desear mi partida para arrodillarte también sobre la tumba.

Un destello de alegría brilló en los hermosos ojos de Magdalena y por sus descoloridos labios vagó una débil sonrisa al oír las palabras de su padre.

Así, pues, nadie extrañará, que Antoñita, ya que ella madrugaba más que la pobre Magdalena, contestase cotidianamente desde la ventana por donde pocos meses antes había presenciado la partida del joven y de su tío, al amable saludo de Amaury, saludo siempre acompañado de una seña o de una sonrisa.