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Inmenso fue el asombro del Vizconde cuando reconoció en aquella dama a su excelente amiga Rafaela la generosa, bellísima como en el Retiro de Camoens, elegantísima y no menos bella que en Río de Janeiro, pero perfeccionada, refinada y elevada a un grado supremo de cultura, gracias a los muchos años que en la sabia escuela de París había cursado.

Al recibir la generosa propina de Ferragut, el cochero le saludó con una sonrisa familiar, un gesto de compañerismo que pasaba por encima de todas las diferencias sociales, uniéndolos como simples hombres. El había traído muchas parejas á este discreto jardín, con sus cerrados comedores sobre el golfo. «Buen apetito, signore

El cabildo en vista del fervor del prelado, y tocado de generosa emulacion, determinó en 12 de enero del siguiente año que por tres años se diese una prebenda entera para la obra, á pesar de que los años habian sido muy faltos y los prebendados se hallaban, dice Bravo, muy gastados.

De las dos doncellas de la casa, la una, Generosa, nada tenía que llamase la atención; la otra, Elvira, era una palidita, de ojos grandes y entornados, muy graciosa. Las artesanas de Sarrió no han entrado jamás por la ridícula imitación de las damas, tan extendida hoy, por desgracia, entre las de otros pueblos de España.

Me hallo, como bien lo ves, totalmente turbada con lo que acabas de decirme... pero no te engañas acerca de la causa de mi emoción... Experimento sorpresa... gratitud... Siento muchísimo responder con una negativa a la generosa demanda del señor de Pierrepont... al honor que me dispensa... pero, como te he dicho, mis ideas van por otro camino... otros son mis sentimientos, y no pienso alterarlos.

Al fin, concluido el rezo, tuve el honor de entrar en la sala, donde estaba doña María con sus dos niñas, D. Paco y tres caballeros más que yo no conocía. Recibiome la de Rumblar con cierta cortesanía ceremoniosa y un tanto finchada, pero afablemente y mostrándome benevolencia de alto a bajo, es decir, entre generosa y compasiva.

Véome, pues, reducido a tener que hablar de la Santa sólo como profano en todos sentidos. Mis palabras no serán más que una excitación para que alguien, con la ciencia y el reposo de que carezco, no en breve disertación sino en libro, exponga por el método que hoy priva aquella doctrina suya, que Fray Luis de Leon llamaba la más alta y más generosa filosofía que jamás los hombres imaginaron.

Por cierto que hubo no pocas dificultades para evitar un desahucio vergonzoso: todo se arregló con la generosa ayuda de Benina, que sacó del Monte sus economías, importantes tres mil y pico de reales, y las entregó a la señora, estableciéndose desde entonces comunidad de intereses en la adversa como en la próspera fortuna.

El tono general de la cultura venezolana es de una delicadeza exquisita. Nunca olvidaré la generosa hospitalidad recibida en el seno de algunas familias que conservan la vieja y honrosa tradición de la sociedad caraqueña. Pago aquí mi deuda de agradecimiento, no sólo personal, sino también como argentino.

Una frase, empero, sobrevive siempre entre nosotros, cuya existencia es tanto más difícil de concebir, cuanto que no es de la naturaleza de esas de que acabamos de hablar; éstas sirven en las revoluciones a lisonjear a los partidos y a humillar a los caídos, objeto que se entiende perfectamente, una vez conocida la generosa condición del hombre; pero la frase que forma el objeto de este artículo se perpetúa entre nosotros, siendo sólo un funesto padrón de ignominia para los que la oyen y para los mismos que la dicen: así la repiten los vencidos como los vencedores, los que pueden como los que no quieren extirparla; los propios, en fin, como los extraños.