United States or Cayman Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Absorto estaba Roger en la contemplación de los objetos de arte que enriquecían la estancia, cuando oyó la risa mal reprimida de una mujer. Miró á todos lados sin ver persona alguna, repitióse la risa y por fin distinguió detrás de la mampara que á su izquierda tenía una blanca mano que sustentaba un espejo con marco y mango de plata, puesto de manera que reflejaba todos sus movimientos.

También Villamelón había visto algo; sentado de espaldas al escenario, en el fondo del palco, apoyada la pensadora cabeza en el débil tabiquillo y fijos los ojos en el techo, recibía de lleno el formidable soplo de aquel feísimo Eolo que, por detrás del carro de Febo, parece lanzar pulmonías y catarros sobre las calvas, vistas en proyección, de los melómanos faltos de pelo.

El sol se habia escondido detras de la mole gigantesca de ásperas montañas que se extienden desde el grupo de Giswylerstock hasta el cerro de Pilatos.

Pasé por detrás del banco en que estaban hablando Luciana y Gerardo, y como me ocultaban los arbustos, no sospecharon que estaba yo tan cerca ni que sus palabras, escasas y lentas, llegaban hasta . Luciana decía: Yo no tengo confianza. Y él respondió: Sin embargo, pruebe usted...

Detrás de todos marchaban las Interjecciones, que no tenían cuerpo, sino tan sólo cabeza, con gran boca siempre abierta. No se metían con nadie, y se manejaban solas; que aunque pocas en número es fama que sabían hacerse valer.

En las horas que allí permaneció, disimulándose en un portal ó detrás de algún carro, sólo vió salir dos ó tres mujeres que parecían criadas y entrar y salir un sacerdote.

Sentía en , detrás de aquella idea, una calentura de celos que me abrasaba. Para averiguar si era fundada aquella pícara idea, fui ¿y qué hice?

Así, pongo por caso, cuando los evangelistas van escribiendo en unas tablillas lo que pasa y unos judíos tunantes vienen por detrás haciendo muchas muecas y contorsiones y les roban los estilos, los evangelistas, resignados y tristes, abren entonces los brazos y se ponen en cruz. Las trompetas resuenan otra vez para dar el pasillo por terminado.

De pie allí, detrás de esas pocas mujeres arrodilladas, con la débil luz oscilante de las velas de los altares iluminando suficientemente su rostro, estaba aquel hombre con su cabeza inclinada reverentemente, y, sin embargo, sus obscuros ojos como cuentas parecían lanzar miradas escudriñadoras a todos lados.

Al entrar en la calle y acercarnos a la casa, alcé la vista y detrás del vidrio de uno de los miradores, distinguí un bulto siniestro, después dos ojos terribles separados por el curvo filo de una nariz aguileña, después un rayo de indignación que partía de aquellos ojos. Presentación vio también la fatídica imagen y estuvo a punto de desmayarse en mis brazos.