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Excepto el secreto que había descubierto la víspera en los archivos del señor Laroque, nada le he ocultado. Cuando terminé, el señor Laubepin cuya frente se había puesto recelosa hacía un momento, tomó la palabra. Es inútil disimular, amigo mío dijo que al enviarle aquí, premeditaba unirlo con la señorita Laroque. Al principio todo marchó conforme á mis deseos.

Parece que San Francisco Xavier, antes que los Superiores, le destinó para esta empresa, pues viéndole éstos dotado de gran talento y feliz ingenio para las cátedras, aunque con increíble dolor del buen Padre, le habían aplicado á ellas; pero no tardó mucho en que se vieron precisados á mudar de parecer, porque siéndole al humildísimo Padre de intolerable peso esta lustrosa ocupación, no podía recabar con súplicas y lágrimas le aliviasen de ella, con que recurrió al asilo de San Francisco Xavier, suplicándole con muchas lágrimas el cumplimiento de sus deseos.

Tres partes forman el plan de esta memoria. ¡Ojalá que yo acierte á desempeñarla segun mis deseos, y como merece la importancia del asunto!

El otro, apasionado, voluptuoso, novelesco, que da á la vida el rudo interés de los conflictos y los contrastes, le había dejado sin deseos de recomenzar.

Este concepto puro, cristiano y honestísimo del matrimonio no es fácil de realizar; mas para eso he educado yo tan severamente á Clarita: para que con la gracia de Dios tenga la gloria de realizarle, en vez de buscar en el casamiento un medio de hacer lícito y tolerable el logro de mal regidos deseos y de impuras pasiones.

Pero Tono no le dejó acabar. ¡Gallina! ¡Morral! ¿Y para contarle todo aquello iban vagando por las calles? Ahora mismo le rompía la cara. El Menut se hizo atrás para evitar el golpe. También él mostró deseos de agarrarse allí mismo; pero se contuvo viendo una tartana que se aproximaba lentamente, balanceándose sobre los baches de la ronda y con su conductor todavía adormecido.

Ernestina dudó algunos instantes, como si temiera hablar, y por fin dijo con maliciosa sonrisa: ¡Ah, señor mío! No creas que me engañas. Lo que te vuelve a no es el amor tal como yo lo quiero; es eso que llaman mi belleza y los deseos que en ti despierta. Pero he aprendido bastante en estos años de consuelo y soledad. Ya verás, Luis mío.

Complícase más la acción con las persecuciones amorosas, que sufre la bella sirvienta, de otros muchos huéspedes de la posada, y, por último, viene el antiguo amante de la pretendida hermana de Florencio, que intenta suplantar á su rival. Lisena se da trazas de hacer creer á todos que les ayudará poderosamente á realizar sus deseos.

Para eso quisiera ser el mejor pintor y el mejor poeta y el mejor músico del mundo. ¿Le parece a usted mucho lo que envidio? Leto se echó a reír; y como halló muy disculpables los deseos de Nieves, así se lo declaró, añadiéndola que a él le pasaba dos cuartos de lo mismo.

Hace ya lo menos un año que le manifesté deseos de entrar en un convento, pero se opuso tenazmente a ello. De vez en cuando volvía a la carga rogándole que me ayudase a llevarlo a cabo. Siempre encontré la misma resistencia.