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Al día siguiente, por la mañana, lo supo doña Paula, y al comer, en un incidente de la conversación, tuvo habilidad para darle la noticia a su hijo. No creo que esa señora haya ido ayer al teatro. Pues yo lo por quien la ha visto. El Magistral se sintió herido, le dolió el amor propio al verse en ridículo por culpa de su amiga.

Así, el pobre Jacinto de Fresnedo cargó de modo real con la culpa de D. Lesmes y de un modo ideal con los palos. Florita se prometió hacerle pagar cara la vergüenza y la molestia que le hizo experimentar. Terminada de tal modo feliz aquella aventura temerosa, cada cual se volvió á la cama. ¡Zángano! ¡más que zángano! ¡pendejo! ¡rijoso!... ¿Para qué quieres á esta niña? ¿Para casarte?

Señor conde, usted tiene algún diablo metido en el cuerpo; está usted tan mozo y tan fresco como la última ves que le vi. La señora condesa no tiene tan buen color, pero ha de ser por culpa, si no me engaño, de estos diablejos que veo por aquí tan gordos y sonrosados.

La Naturaleza humana se levanta, huyendo de las olas que la azotan alborotadas; la Tierra le ofrece un refugio en las cimas más altas de sus montañas, y las oleadas suben más y más, y amenazan tragarla, riéndose á carcajadas Lucifer y la Culpa.

¡Ahí es nada!... Yo tenía una porción de triunfillos que usted ha inutilizado jugando otros mayores. No hemos perdido gran cosa. Hemos perdido diez tantos, que han ganado estos señores. Dispénseme usted si pierde por mi culpa: soy un mal aficionado.

Aunque herida de muerte, murmura por lo bajo la Culpa: Aunque muera yo mirando Que la Culpa original Puede lavarse en un baño, La actual se queda, y con ella Te haré la guerra. Pero el Pintor replica: .....Reparo Habrá á este riesgo también: * Este sacramento santo Misterio de los misterios, Milagro de los milagros.

En ésta que se hallará todo lo que se acertare a desear en la más apacible; y si algo bueno en ella faltare, para tengo que fue por culpa del galgo de su autor, antes que por falta del sujeto.

Era, indudablemente, la divinidad del templo muerto, que había cambiado de forma para vivir sobre sus ruinas. Esta culebra debía tener veinte siglos. Por culpa de Ferragut no había podido tomarla entre sus manos... La habría hablado... Estaba acostumbrada á conversar con otras...

«Aquel Frígilis, el de los eucaliptus, había tenido la culpa. Se lo había metido por los ojos. Y hacía ocho años y todavía pensaba en esta mala pasada de Frígilis como si fuera una injuria de la víspera. ¿Y si se hubiera casado con don Frutos Redondo? Acaso le hubiera sido infiel. ¡Pero aquel don Víctor era tan bueno, tan caballero!

El miedo ciego de Santo Tomás le hacía concebir una justicia ciega de la Divinidad porque por su culpa Dios desencadenaba una tempestad y prodigaba el rayo que naturalmente dañaba y molestaba a un gran número de personas que sufrían por causa de las culpas del Santo.