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Se despidieron Bautista y Martín, y éste, al día siguiente, llamó a su hermana y le reprochó su coquetería y su estupidez. La Ignacia negó los rumores que habían llegado hasta su hermano, pero al último confesó que Carlos la pretendía, pero con buen fin. ¡Con buen fin! exclamó Zalacaín . Pero eres idiota, criatura. ¿Por qué? Porque te quiere engañar, nada mas.

Creemos que la coquetería en la mujer es innata en todas las razas, y esto es tan cierto que generalmente la bicol que más usa, abusa y oprime el patadeon á su cuerpo, es la que lo tiene más bonito y esbelto.

Son esas muchachas suavemente tristes, humildes y resignadas, que tienen ojeras muy hondas y pobres manos santificadas por el culto heroísmo de la lucha diaria: que van tocadas con gráciles sombreros y vestidas con una coquetería un poco triste por lo usado y deslucido del atavío.

Y a pesar de la tristeza con que dijo estas palabras, algo de su antigua coquetería de artista festejada y admirada por la muchedumbre se mostró a través de su sonrisa, rejuveneciéndola con llamarada fugaz. «¡Qué gran mujer debe haber sido! pensó Fernando ¡Y qué desgracia la suyaMientras se alejaba, llevando de la mano a su hijo, él la siguió con ojos de conmiseración.

Don Andrés Rubio, entre tanto, seguía viniendo todas las noches en casa de doña Inés, y Juanita, con no aprendida coquetería, le echaba miradas extrañas, miradas de aquellas que parecen escritura misteriosa, donde la misma persona que ha escrito ignora o tiene idea confusa de la revelación que hace y donde el que lee cree leer la revelación y concibe dulces esperanzas.

Esos señores se quejan con una notable unanimidad del espíritu de independencia, de la coquetería y del ardor por los sports que distinguen a las muchachas... Y el piano, el pobre piano, qué tempestades levanta... Y hay madres que creen que la música es una preciosa añadidura al dote de sus hijas dijo Genoveva con una risa que nos puso de buen humor.

El Condesito volvió a negar a su madre que él tuviese relaciones con doña Beatriz, y le confesó que había estado prendadísimo de la Marquesa; pero añadió que su coquetería sin entrañas le había curado de aquel principio de amor, y que tan radicalmente le había curado, que le era ya imposible amar a la Marquesa, y por consiguiente casarse con ella, si bien reconocía que era merecedora de llevar el nombre de él y de ser su compañera de toda la vida.

Necesitaba un cómplice, se acordó del plumario, y he aquí el secreto de su repentina coquetería para con Fortunato. Ahora volvamos al entresuelo. Entre los dos reconciliados amantes no hubo quejas ni recriminaciones, sino frases de amor.

Profundo estremecimiento, precursor del invierno, atravesaba por la Naturaleza toda, y dijérase que antes de morir, quería vestirse sus más ricas galas: así la viña virgen tenía tan espléndido traje de púrpura, y el álamo blanco elevaba con tal coquetería el penacho de cándidos airones de su copa; así la coralina se adornaba con innumerables sartas y zarcillos de sangriento coral, y las cinias recorrían toda la escala de los colores vivos con sus festoneadas enaguas.

La joven Adela era, sin duda alguna, de las picantes: hermosa a sabiendas suyas, y con una conciencia de su belleza, acaso harto pronunciada, sus padres habían tratado de adornarla de todas las buenas cualidades de sociedad; la sociedad llama buenas cualidades en una mujer, lo que se llama alcance en una escopeta y tino en un cazador; es decir, que se había formado a Adela como una arma ofensiva con todas las reglas de la destrucción: en punto a la coquetería era una obra acabada, y capaz de acabar con cualquiera muy poco sensible; en realidad, podía fingir admirablemente todo ese sentimentalismo, sin el cual no se alcanza en el día una sola victoria; contaba con una languidez mortal; le miraba a usted con ojos de víctima expirante, siendo ella el verdugo; bailaba como una sílfide desmayada; hablaba con el acento del candor y de la conmoción; y de cuando en cuando un destello de talento o de gracia venía a iluminar su tétrica conversación, como un relámpago derrama una ráfaga de luz sobre una noche obscura.