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Inés prorrumpió en una carcajada tan natural, tan graciosa, tan fresca, tan jovial, que hasta las paredes del convento parecían regocijarse con tan alegre música.

Fueron pronunciadas en un tonillo irónico que podía hacer creer que se trataba de una broma; pero los razonamientos eran tan verosímiles y lógicos, que destruían tal suposición. No obstante, haciendo un esfuerzo sobre mismo, solté la carcajada, exclamando: ¡Vaya unas calabazas bien fabricadas! Parecen talmente naturales.

Al separar mis manos crispadas de los hierros, sentí la presión de las suyas y una comprimida carcajada que me dejó confuso. ¡Eso! ¡eso! ¡Así me gusta usted, hombre! Ya iba empalagada de tanto dulce. ¿Qué quiere decir esto, Gloria? Quiere decir que no sea usted tan melosito, porque el jarabe cansa y el incienso marea.

No me he de morir yo de esa enfermedad dijo Momo, soltando una carcajada de grueso calibre. Mira, hijo prosiguió la tía María , yo no me fío mucho del correo, por más que digan que es seguro.

Al ponérselo ¡cómo se reía el buen cura!... Salvador le regaló un cinto con dos pistolas que no necesitaba. Cuando se vio con tales arreos el capellán, a quien ya no conocería ni la Iglesia su madre ni la madre que le parió, soltó tan gran carcajada, que las gentes salían al camino para verle. El mismo Salvador, que había asistido a su lenta trasformación, casi no le reconocía bien. Sr.

Soy tu amigo hasta la muerte. ¿Verdad que soy tu amigo? ¿Verdad que lo soy?... que , manteca de oro... Hasta la vista, ¿eh? ¡Muchos, muchos, muchos besos! Y á Velázquez... á Velázquez que se lo coman los lobos añadió soltando la carcajada y saliendo por la puerta como un huracán. Al poner el pie en la calle, aquel relámpago de alegría ficticia se apagó repentinamente.

Ven, monina; ¡qué pícara es! tiene tus ojos, Gregoria. La besó, y la muchacha, en vez de devolver la caricia, soltó una carcajada estridente. ¡Ah! la tía Silda, ¡ja, ja, ja, ja! Y salió del cuarto riendo y haciendo cabriolas. Es una loca observó misia Gregoria, está furiosa porque nos vamos al Frigal, ¡figúrate!

De súbito, y cuando menos lo temía, oyó detrás de ella una estridente y sonora carcajada, tan diabólica y tan burlona como puede darla el más consumado cantante, haciendo el papel de Mefistófeles y atormentando a Margarita, en la ópera del Fausto.

Pero ven acá, viejo lobo; en la sala de armas se habla de recorrer una vez más la buena tierra de Francia y aun se dice que el barón en persona.... Las buenas noticias se saben pronto, á lo que veo, dijo Simón dando una carcajada y guiñando el ojo á Tristán. ¡Bravo! gritó Reno.

¿Por qué me miráis de ese modo? exclamó volviéndose de pronto. Y al decir esto se puso fuertemente colorada. Doña Paula y Venturita soltaron una carcajada. El pelotón de espectadores corrió por las calles en dirección al muelle.