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El calavera había acabado por asombrar con su nueva conducta al poderoso primo... ¡Ni mujeres ni escándalos! La Marquesita ya no se acordaba de él: ofendida por sus desvíos, había vuelto a unirse con el tratante de cerdos, «el único hombre que sabía hacerla marchar».

El ministro anglicano en ciernes, que había hecho en Jamaica sus estudios teológicos, era un gran calavera de excelente carácter, generoso, expansivo y servicial. ¡Pero qué de truhanerías! Bailaba, bebía, jugaba, gritaba, cantaba y se divertía ruidosamente de todos los modos posibles, mas bien como un estudiante parisiense ó alemán de vida pecaminosa, que como un candidato para la Iglesia.

Ya, ¿qué se puede esperar de un trapisondista calavera, como usted, que abandonó a su familia por irse a extranjis a aprender malas mañas? ¡Decir que España ha de ser francesa! Salga usted de mi casa, y no ponga más los pies en ella. ¿Qué te parece, Gregoria? Mujer, ¿te estás con esa calma y no bufas de cólera como yo?

Confieso que pensaré siempre en este particular como Rousseau, y los más rígidos moralistas y legisladores, y obraré como el primer calavera de Madrid. ¡Triste lote del hombre el de la inconsecuencia!

dijo la condesa , es un calavera, no hay duda, pero como todos estos perdidos, tiene un corazón de oro, y a más de todo esto, es encantador... ¡Ah! que obra de caridad sería la vuestra, hija mía, si me ayudaseis a librarlo de las garras de esa Lucy Marry... porque es Lucy Marry ahora, ¿sabíais? ¡Ah! , de la Opera... la que hace de paje... ¡Esto es horrible, horrible!

1.º El calavera debe tener por base de su ser lo que se llama talento natural por unos; despejo por otros; viveza por los más: entiéndase esto bien; talento natural: es decir, no cultivado. Esto se explica: toda clase de estudio profundo, o de extensa instrucción, sería lastre demasiado pesado que se opondría a esa ligereza, que es una de sus más amables calidades.

Una vieja calavera, algunos huesos humanos, y unos cuantos volúmenes cuidadosamente ordenados se veían cubriendo la mesa, donde había ademas una palangana de agua con una esponja.

Por esos mundos sería yo una doña Luz algo misteriosa, de quien cada cual imaginaría mil horrores. Empezarían por afirmar una verdad, para inventar y poner sobre ella millón y medio de embustes. La verdad sería que soy hija de un marqués calavera y arruinado, y de una tal Antonia Gutiérrez, soltera y costurera, con quien mi padre tuvo amores.

Porque si su sobrinito no anduviese haciéndole la rosca, la chica se daría con un canto en los pechos por atrapar a su tío... Pero ya se ve, a usted no hay que tocarle el sobrinito, porque en seguida se pone hecho una víbora... Pues sépalo usted, que todo el mundo lo dice, que ha sido y es un calavera perdido... y que si vino tan malo a este pueblo, no ha sido por enfermedad que Dios le haya dado, sino por los excesos de comer y beber, y de otras cosas...

Pero por un contraste singular, el calavera temerón, una vez militar, afecta no llevar el uniforme, viste de paisano, salvo el bigote; sin embargo, si se examina el modo suelto que tiene de llevar el frac o la levita, se puede decir que hasta este traje es uniforme en él.