United States or Venezuela ? Vote for the TOP Country of the Week !


Muchas veces se presentaba en el Círculo Caballista con arañazos en la cara o amoratadas señales. Con esa no puedes le decían los amigos en un tono de compasión cómica. Es mucha mujer para ti. Y celebraban la energía de Lola, la admiraban, con la secreta esperanza de ser algún día de los favorecidos.

Una noche casi en claro, durmiendo a ratos, encogido en el pedazo de asiento que le dejaron los pasajeros apretándose para dar algún descanso a aquel hombre que al día siguiente iba a exponer su vida. Los entusiastas admiraban su resistencia física y el coraje temerario con que se lanzaba sobre los toros en el momento de matar.

Se murmuraba mucho de él entre las menestralas, con motivo del lance de Valentina, se le llamaba falso, traidor, bribón; pero todas ellas, hasta las mismas amigas de la víctima, le admiraban, le adoraban en secreto, y hubieran caído a pocos embates en sus brazos, por más que juraban y perjuraban que era bien tonta la que hacía caso de aquel miquitrefe.

Las niñas, que admiraban y temían a Nélida como la personificación del pecado, se tocaban con el codo al pasar ante ellos. Una nueva conquista... Ahora ha caído ese señor tan serio que hace versos... y no baila. ¡Qué Nélida!... Ella, con su fina observación femenil, se daba cuenta del revoloteo de los curiosos y sentía orgullo por este escándalo, que pasaba inadvertido para Ojeda.

Todos aquellos hombres, habituados a las faenas de la iglesia, lentas, regulares, calmosas y con largos intervalos de descanso, admiraban la nerviosa actividad de Sagrario. Se va usted a matar, criatura decía el viejo manchador del órgano . bien lo que es eso. Algo parecido hago yo, ¡dale que dale a los fuelles!

En Madrid no encontraba quien le diese pan, pero siempre volvía a casa con los bolsillos llenos de papeles. Los camaradas le ofrecían periódicos para que leyese sus artículos; los autores le regalaban libros con pomposas dedicatorias. «Al erudito y notable escritor Isidro Maltrana, su admirador...» ¡Le admiraban! ¿Por qué? Tal vez por su miseria.

Los amigos le abrazaban con efusión; las amigas admiraban su porte varonil, aunque no faltó quien dijo que venía más ordinario; porque los gustos son muy varios. No hay para qué asegurar que las tales exclamaciones le sonaban bien. Durante algunos días gozó de la sorpresa de sus amigos y conocidos, paseando como en triunfo su rostro atezado por las tertulias y teatros.

El navío daba fondo en el patio, los brutos eran desenganchados, el mayoral bajaba de lo alto de su trono, y los viajeros, que aún se mantenían con la cabeza inclinada, y muy agachados, resabio de cuando atravesaron el portal, notaban al fin que no tenían el techo en la corona, se admiraban de verse con vida, y descendían también.

Ya diez años antes de la muerte de Lope, decía Mira de Mescua: «Pues si Suidas y Quintiliano se admiraban de que Menandro hubiese escrito ochenta comedias ¿qué admiración se deberá á aquél, de quien hoy se leen más obras escritas en los tres estilos de la poesía, que de todos los poetas griegos, latinos y vulgares?....»

Las admiraban y vivían aparte de ellas, a pesar de moverse en un estrecho espacio que les obligaba a continuos encuentros.