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DON EDUARDO. Nada más natural, ciertamente. DON PEDRO. Y llevan también libro de entradas y salidas como si hubieran sido toda su vida horteras. DON EDUARDO. Así, Sr. D. Pedro, usted habrá ya observado.... DON PEDRO. , señor, ya que usted está muy prendado de mi Matilde. DON EDUARDO. Entonces advinará usted también que el objeto de mi visita es....

BRUNO. ¿Y también quizá que yo mismo le pondré la silla para encaramarse? DOÑA MATILDE. ¿Quién había de ser? BRUNO. ¿Y quien la sostendrá de los brazos hasta que el Sr. D. Eduardo la recoja en los suyos? DOÑA MATILDE. . BRUNO. Pues se engañó usted de medio a medio. DOÑA MATILDE. ¡Cómo! BRUNO. Y ahora mismo voy a noticiar al amo todo este fregado. DOÑA MATILDE. ¡Detente!

The quarrel grew furious. At last Sam drove his fist down on the table and said he was through with the outfit and was going back to Saguache. "Yo tambien," agreed Curly. "Not that I've got anything against the horse ranch. That ain't it. But I'm sure pining for to bust the bank at Bronson's. 'Round and round the little ball goes, Where it will land nobody knows.

"Complicated and opposing, are they? Okay, if you want to look at it that way," he retorted. "Well, you can't exactly say that you weren't in Heaven, can you?" "Si' estaba alli tambien. She spoke to his dark Brazilian skin. She spoke to all of his Morris codes and secret languages that she understood all and had contempt for everything that he was.

DON EDUARDO. Por supuesto, ¿no quiere usted que llegue? DON PEDRO. Tendrá hijos a su vez, y será también muy buena madre, no lo dude usted, Sr. D. Eduardo.... DON EDUARDO. ¡Qué he de dudar yo eso Sr. D. Pedro! ¡Poco enamorado estoy a fe mía para dudar ahora de nada!

DON PEDRO. De quien supongo que heredará también el título que aquél tiene de alguacil mayor de.... DON EDUARDO. ¡ señor, si es de mayorazgo! DON PEDRO. Así, hija mía, puedes tranquilizarte, porque elección más juiciosa, más a gusto mío, más a gusto de todos....

DOÑA MATILDE. Entonces ... ¿dónde dejaré la carta para papá?... y muy contenta que estoy con ella ... ¡oh! me ha salido muy tierna y muy respetuosa ... mucho más tierna que la de Clari en la ópera ... aquí la pondré sobre la mesa ... ahora vamos ... no; me falta todavía que implorar al cielo, y rogar también por mi padre. BRUNO. ¡Si la tocará Dios en el corazón!

Una vez terminado el viaje es cuando comprendí que mi aprensión y mi temor carecían de fundamento, que no envolvía más riesgos el volar por los aires en un aeroplano como el correr a campo traviesa en un automovil y me hice cargo de las innumerables ventajas que se pueden sacar de este aparato, producto también de nuestros tiempos, destinado a revolucionar no sólo los medios de guerra sino también las artes de la paz.

Y bien, también yo he sido doncella, si vamos a eso ... en casa de un covachuelista ... y un consejero y un covachuelo allá se van ... los dos tienen usía ... conque diga usted, vecina, ¿acabó usted con mi candelero? DOÑA MATILDE. , señora, aquí está ... y muchas gracias....

DOÑA MATILDE. Verdad es que.... DOÑA MATILDE. ¡Clementina! MARQUESA. Perdona, Matilde; pero es un lance tan gracioso ... ¡ja, ja!... ¡tan inesperado! DOÑA MATILDE. Inesperado no; y acuérdate que siempre te juré que no me casaría sino a gusto mío, y con quien no tuviera nada. MARQUESA. , es cierto ... también yo lo juré, si mal no me acuerdo, y ya ves cómo lo he cumplido ... ¡pobre Matilde!