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Miéntras que andan buscando su basilisco, voy á informaros, dixo la hermosa Astarte, de todo lo que he padecido, y que perdono al cielo una vez que vuelvo á veros.

Creo que me he contenido porque estaba delante aquel ángel, que no parece hija suya, si no... nos hubieran oído los sordos, señora Gregoria... a Pablo no le hablaré jota de esto, porque se enfermaría, y con razón, como voy a enfermarme yo, de seguro... pero, ¿a dónde voy? no , no ... a casa no me vuelvo así, con las manos vacías; mi gran recurso ha hecho fiasco. ¡Dios mío! estoy tan desesperada, que me arrojaría bajo ese tranvía que pasa... Yo pienso que estos golpes de la vida la endurecen a una el corazón: estoy contenta, , señor, de que haya tronado el ladrón de Esteven.

Bobart, muy corrido, emprendió el camino del castillo, murmurando: "Y ahora, ¿qué voy á hacer? ¿Conviene despertar á la señorita Guichard? ¿Conviene esperar á mañana para darle la fatal noticia?

Roberto había dado un salto y se mesaba los cabellos. Sus ojos, fijos en el anciano, resplandecían en la obscuridad. Ese cuaderno, dámelo; ¿dónde está? El doctor le explicó el peligro que corría el secreto de Olga y la inquietud que esto le causaba a él mismo. ¡Espérate, voy a ir a buscarlo! exclamó Roberto dirigiéndose hacia la puerta. El anciano lo detuvo.

Á predicar al hombre La justicia, la paz, la caridad! No corras ¡ay! en pos de un vano nombre Que jamas se convierte en realidad. No, no: yo voy á predicar al hombre La justicia, la paz, la caridad! ¿Á dónde vas? Á las humanas almas Voy á enseñar la senda de los cielos. Busca otro triunfo entre gloriosas palmas Consagrando á la musa tus desvelos.

Salimos del gabinete Amaranta y yo, dejándolas solas para que hablaran a su gusto; pero la condesa apostándose tras de la puerta, me dijo con malicioso acento: Yo me quedo aquí para oírlo todo. Será curioso lo que hablen. Ya sabes que en palacio he realizado grandes cosas escuchando detrás de las cortinas. No es ningún negocio de Estado lo que van a tratar. Yo me voy.

Su solicitud hacía sonreír dulcemente a Laura. ¿Por qué no vas al comedor? murmuró. Yo voy a dormirme ya. No, no tienes sueño y yo no podría conversar allí pensando que te quedas tan apenada.

Oh, no! es mío. Broma?... , es broma! ¡es broma, ! ¡Cómo te duele pensar que podría ser mío... Mañana te lo doy. Hoy voy al teatro con él. Kassim se demudó. Haces mal... podrían verte. Perderían toda confianza en . ¡Oh! cerró ella con rabioso fastidio, golpeando violentamente la puerta. Vuelta del teatro, colocó la joya sobre el velador. Kassim se levantó y la guardó en su taller bajo llave.

Vos también le dijo éste, mirándolo y van cuatro. Los otros no importa... poca cosa. Vos sos cumplidor... ¿Cómo está tu cuenta? Falta poco... pero no voy a poder trabajar... ¡Bah! Curate bien y no es nada... Hasta mañana. Hasta mañana se alejó Podeley apresurando el paso, porque en los talones acababa de sentir un leve cosquilleo.

Entre la línea fijada a los caballos y la de la partida definitiva, ocupada por Lorenzo, había unos treinta metros que aquéllos recorrieron treinta veces, sin presentarse en línea, hasta que por fin Lorenzo les dijo: Bueno, amigos, va la última: voy a largar... ¡y el que se quede atrás que se quede!