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Por cierto que esto tenía un poco desabrido a don Segis, el capellán de las Agustinas, aunque no osaba manifestarlo, porque no le convenía ponerse mal con su compañero. La insinuación producía efecto unas veces, otras no. Rara la dejaba caer don Benigno en los oídos de una vieja.

No hubo en ello la menor culpa mía. Toda la culpa fue de la vieja Claudia, mi criada. Sin encomendarse más que a su propia codicia, y creyendo que podía disponer a su antojo de Teletusa y de , cuando menos lo recelábamos, cuando ni sabíamos que estuviesen en Cintra los señores Carvallo y Acevedo, los introdujo aquí a ambos furtivamente.

Una noche, Carlini me trajo la carta para que la viera, pues había conseguido que la vieja sirvienta se la diera, mediante un prudente soborno de veinte francos. En mi pieza pusimos a calentar una pava, con el vapor despegamos el sobre y sacamos la hoja de papel que había dentro. Era de Blair.

Sin embargo, haciendo extraños movimientos, continuó en su singular delirio: ¡Ven acá, borriquita! ¡So, so! ¡quieta! ¡Qué oscuro está! Alerta con los baches, y cuida también de él, vieja. Ya sabes que a veces, cuando está borracho, rueda como un tronco hasta la cuneta. Corre, pues, en derechura hasta el pino de allá arriba, en la colina.

Cacambo, que era de tan buen consejo como la vieja, dixo á Candido: Ya no podemos ir mas tiempo á pié, sobrado hemos andado; una canoa vacía estoy viendo á la orilla del río, llenémosla de cocos, metámonos dentro, y dexémonos llevar de la corriente: un río va siempre á parar á algun sitio habitado; y si no vemos cosas gratas, á lo ménos verémos cosas nuevas.

Una India que las tazas ministraba, Muy vieja lagañosa y colmilluda, A todos los mancebos animaba Con su lengua mordaz y tartamuda: Entre otras muchas cosas que hablaba, Aquesta razon dice la barbuda: "En medio el Paraguay y Perú estamos Aquestos y á los otros resistamos."

Izoca: "mas valdria, Responde muy soberbio, sin paciencia, Matar toda la sangre vieja y fria, Pues quita á los osados corazones La causa de venganza y ocasiones." El viejo Tabobá con pecho fiero, A Izoca respondió: "mal has hablado, Contino la tuviste ser parlero, Sin seso, sin verguenza, deslenguado: A ti junto con otro compañero Haré entender quien soy en estacado."

Era pupilo de una vieja cuyo marido había muerto trabajando en los altos hornos, y su hospedaje servía para mantener á la viuda. En torno de él había fabricado el afecto de los humildes una aureola de bondad. Una gran parte de su sueldo la enviaba á su madre y sus hermanas, que residían en la ciudad de Levante donde él había nacido.

Puso el grito en el cielo la víctima, exclamando: «¡Pero, tía!...». La vieja recogió y unió los dos pedazos de la caña, de lo que resultaba que podía pegar más a gusto, y ¡zas!, emprendió una serie de cañazos tan fuertes, tan bien dirigidos, tan admirablemente repartidos por todo el cuerpo de Isidora, que esta, sin poder defenderse, gesticulaba, manoteaba, gemía, se dejaba caer en el suelo, se arrastraba, escondía la cabeza, se revolvía.

No una vez, ni dos, sino muchas, había salido de Salem, al parecer para siempre, y de nuevo había regresado á la vieja población, como si Salem fuera para el centro del universo.