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Horrorizáronse todos, y la Mazacán continuó: Verdad es que se hace pagar carillo, porque ha sacado seis mil duros de sueldo, y... ¿Seis mil duros de sueldo?... ¡Qué barbaridad!... Pero si ningún sueldo de Palacio pasó nunca de tres mil duros... Pues para Curra pasa de seis mil, porque, además de ellos, se ha sacado también...

Y bueno será advertir en este lugar, porque yo soy muy escrupuloso y no quiero apartarme un ápice de la verdad, que pongo el Don antes del Joaquín por acomodarme al uso y lenguaje de España, porque en Portugal, y más aún en el Brasil, son rarísimos los Dones y sólo le llevan los hombres de pocas familias.

Como habíamos previsto, atribuyeron el hecho a las hadas del bosque, pero al contar a sus padres lo ocurrido, éstos le indicaron la verdad del suceso, que bien pronto adivinaron; tanto es así, que al día siguiente nos pagaron la sorpresa con otra sorpresa, pero de un modo muy delicado, según acostumbran aquellos buenos campesinos.

Es verdad replicó Francisca con voz extraña, eres la más interesada en la cuestión... Sin duda dije. Y dime, ¿cómo le encuentras?... ¿Yo?... preguntó Francisca... Pero cogió de prisa el sombrero, que estaba en una mesa de su cuarto, y se lo puso en un momento... ¡Y yo que olvidaba el encargo de mamá!... exclamó, con una prisa extraordinaria en ella.

-La verdad sea -respondió Sancho- que yo no he leído ninguna historia jamás, porque ni leer ni escrebir; mas lo que osaré apostar es que más atrevido amo que vuestra merced yo no le he servido en todos los días de mi vida, y quiera Dios que estos atrevimientos no se paguen donde tengo dicho.

Habia salido de Milan á las seis de la mañana, entré en Novara á las dos de la tarde. Inmediatamente se agolparon á mi cabeza todos los recuerdos de Cárlos Alberto, y solo así me interesó Novara, que en verdad tiene poco que ver.

Como creía llevar los pensamientos en los ojos, y entre estos pensamientos estaba hecha a vivir la Luz de sus ilusiones, no se asombró de que la Luz de la realidad los leyera en las miradas con que la buscaba por el salón, ni de que no temiera acercarse a ellos para vivir también un rato entre tan buenos amigos. Esta era la verdad; y si no se la decía, ¿para qué había ido él allí?

Córdoba no sabe que existe en la tierra otra cosa que Córdoba; ha oído, es verdad, decir que Buenos Aires está por ahí; pero si lo cree, lo que no sucede siempre, pregunta: «¿Tiene Universidad? Pero será de ayer. Veamos: ¿cuántos conventos tiene? ¿Tiene paseo como éste? Entonces eso no es nada...»

La verdad es dijo don Cleofás que nadie ha acertado a hacer el oro si no es Dios, y el sol, con comisión particular suya. Eso es cierto dijo el Cojuelo , pues nosotros no hemos salido con ello.

El resultado de sus investigaciones fué que sólo cuando él venía a las sesiones del ayuntamiento, podía darse esto caso. De día, sumamente difícil, porque no era el Duque persona que pudiera pasar inadvertida. Fijóse, por tanto, en las horas de la noche, cuando él se quedaba a dormir en la villa. Resolvió saber de una vez la verdad.