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Por eso no ha estado Clori de tertulia; pero es mi vecina, y su madre consiente en que venga conmigo de paseo, en compañía de mi madre. Si mañana quiere V. ser nuestro acompañante, iremos á las huertas, á las diez, después del almuerzo, por sendas en que haya sombra. Clori vendrá, y V. conocerá á Clori. Iré con mucho gusto. ¡Ah, tío!

Debe tener treinta años y el correcto gentleman que la acompaña es indudablemente su marido. Han cambiado pocas, pero afectuosas palabras durante la noche. Por mi parte, tengo clavado el anteojo en la escena... pero los ojos en las manos de mi vecina, largas, blancas, transparentes, de uñas arqueadas y color de rosa.

Yo no por qué esa mujer no deja fuera al marcharse lo que hace falta... Es verdad que, por regla general, me levanto tarde; pero puede haber un negocio urgente como ahora... ¿Quiere que vaya a pedir una onza de chocolate a la vecina? No, no hace falta. Estoy seguro de que Matilde se enfadaría. ¿No hay por ahí nada que comer? La criada tardó unos segundos en contestar.

Si he hecho yo en mi vida más almuerzos de obreros que pelos tengo en la cabeza... Hemos encendido la lumbre en la casa de la vecina. Allá está doña Fuensanta; pero va a salir a la compra, y si usted hiciera el favor...

En cambio, si es vecina de mi aposento y a través del frágil tabique la oigo suspirar, reír, llorar, que está triste, que goza, que sufre.

Simoulin se mostraba insensible á las malas noticias. Eran, según él, invenciones de los enemigos. Pero ¡ay! la realidad se encargó de despertarle un día, con rudo manotazo. Los alemanes se habían extendido por Bélgica é iban á pasar de un momento á otro la vecina frontera, entrando en Francia. Muchos vecinos de la ciudad huían.

La campana de la vecina iglesia de San José comenzó a tocar en aquel momento, como si quisiera contestarle que ir a misa, y Jacobo recordó entonces que hacía catorce años, desde el primero de su matrimonio, que no había oído ninguna.

De cavilación en cavilación, dejó llegar la noche sin salir de la cuadra. Dos horas después de cenar, díjole al paje: Puedes irte a dormir. ¿No ha oído vuesa merced preguntó el muchacho algo así como un rechinar de eslabones en la estancia vecina y unos golpecillos como de huesos? Estarase alguno robando la argamasa del muro.

Comprendíase que era una mujer noblemente expresiva, llena de una natural espontaneidad. ¿La señora Liénard está casada? preguntó en voz baja Delaberge a su vecina de mesa. No, es viuda... Hace más de dos años que perdió a su marido... Un señor no muy digno de ser amado... No tiene hijos y vive sola en Rosalinda donde está haciendo mucho bien.

La señorita Margarita, que parece profesar á su vecina una especie de culto, ha querido asociarse á mi obra de caridad, consagrando á la basílica de los Porhoet un álbum especial que estoy encargado de llenar. He ofrecido además á mi anciana confidente, tomar parte en las diligencias, indagaciones ó cuidados de cualquier naturaleza que puedan serle suscitados por su litigio.