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Y, sin embargo, su frente no se baja ante la mirada del soldado sin miedo y sin tacha, del que nunca como entonces se ha sentido hija. Cuando Hardoin volvió por la noche al despacho, se quedó muy sorprendido al encontrar en él a su joven vecina que le estaba esperando. ¿Es usted, amiga mía? exclamó haciéndola pasar con una deferencia llena de simpatía. ¿Se encuentra usted mejor?

Isabel Cortés, mujer de Francisco Martí, alias Verdera, negociante de oficio, natural y vecina de esta Ciudad, de edad de treinta y dos años; reconciliada y presa segunda vez por delito de judaismo. Leyósele su sentencia con méritos, abjuró de levi, fue condenada en quinientas libras, destierro de esta Ciudad y confinación en el Reino a arbitrio del Tribunal; advertida, reprendida y conminada.

Ha perdido todo interés para ... Porque le advierto, Fernando, que la tal señora, mi vecina de camarote, murió hace un mes en París, y es su cadáver el que viene con nosotros a Buenos Aires. Acababa Isidro de enterarse. El mayordomo del buque le había revelado el secreto viendo próximo el término del viaje. La pobre señora tenía un nombre poético un tanto raro: doña Matutina Flores.

Entretanto sus ojos acechaban la casa vecina. ¡Cuán intensa fascinación cobraron entonces para él, en la frescura matinal y entre el canto de los pájaros, aquellas entornadas celosías que le hacían pensar en el sueño de su amada! Cierta tarde, entre un claro del ramaje, vio pasar a Beatriz, que no quitaba los ojos del seto. El mancebo se mostró.

Y Álvaro siempre había sido irresistible...». Orgaz hijo suspendió el baile, que había emprendido mientras hacía observaciones. En la sala vecina habían sonado unas pisadas que hacían temblar el pavimento. Ahí está el inglés dijo entre dientes el flamenco; y se puso un poco pálido. En efecto, era Ronzal.

Rezó con fervor los quince misterios, y cuando creyó que la sombra le permitiría caminar por las calles sin ser reconocido, se dirigió a la ciudad, entrando a ella por la puerta vecina y yendo a situarse a pocos pasos de la casa de Beatriz. Esperó mucho tiempo. De pronto, un bulto humano rozole y pasó. Algo después vio llegar una ronda.

El catalán sostuvo con brío lo que había dicho; pero viendo que todos reíamos y que Cueto no respondía, se calló por algunos instantes, con señales de enojo. Villa comenzó a embromar a Eduardito. Al parecer, este lánguido mancebo estaba perdidamente enamorado de una vecina amiga de su madre y hermana, lo cual era causa de haber perdido el apetito casi enteramente.

Pero en el acto, me sentí asido por una mano varonil que me puso delante de mi hermosa vecina, y mientras ésta se levantaba de su asiento haciendo un mohín lleno de gracia, mi amigo Aumary, le dijo: Vida mía, tengo el gusto de presentarte a mi amigo, Felipe Auvray. Es vecino tuyo y hace tiempo que desea conocerte. Ya conoces el resto de la aventura.

No tardó en llegar Velázquez, quien se sintió tan sorprendido como alegre de encontrar sola á Paca, y más cuando se enteró de que Soledad había ido á casa de una vecina que estaba de parto y tardaría en volver. No la quiso ver mejor el irresistible jaquetón.

Púsose por fin en camino el conmovido joven, en cuyos oídos resonaban las bendiciones y las frases de despedida de los bondadosos monjes. Al llegar á una altura vecina se detuvo para contemplar por última vez aquellos lugares en los que se había deslizado su vida tranquila y dichosa.