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No oye Vd.? está Vd. sordo? A te lo parece. Pero señor, ¡si se oye tan bien!... ¿cómo es posible? Pero, ¿cómo lo sabes? Señor si lo oigo!.....

Mire Vd., he compuesto este letrero y quería ponerlo con letras dorás de purpurina, en esta tarjeta de orla que ma costao dos riales. Bueno, pues... que me digan ustedes cómo lo hago y me dejen hacerlo en la máquina, o donde sea, luego que se marchen esos.

Desengáñese Vd., señorita, el matrimonio no está al alcance de todas las fortunas. ¡Cuando digo que piensa Vd. cosas muy raras! ¿De modo que una muchacha pobre no puede enamorar a un hombre rico, y viceversa? Lo primero no es tan difícil; pero el viceversa es punto menos que imposible. Explíquese Vd. Los encantos de la mujer no necesitan la ayuda del dinero.

Por desgracia no estoy arrepentida; mi corazón se ha endurecido en la maldad, y no he tenido valor ni me he hallado dispuesta para hablar con el confesor, sino con el amigo. ¿Qué dices de pecados, ni de dureza de corazón? ¿Estás loca? ¿Qué pecados han de ser los tuyos, si eres tan buena? No, padre, yo soy mala. He estado engañando a Vd., engañándome a misma, queriendo engañar a Dios.

Si yo cedo a su amor de Vd., me humillo y me rebajo.

Un canónigo fue quien decidió la suerte del muchacho, contestando así a don Tadeo, que le consultaba sobre el particular: «No podía Vd. pensar cosa mejor. Si el chico es de los elegidos y sale una lumbrera de la Iglesia, ¡qué gloria para Vd.! Si no es así... pues tendrá una profesión tan buena como otra cualquiera.

Aquí tiene Vd. como al descomponer los versos y ensartarlos unos tras otros, no ha hecho otra cosa que plagiar á los primitivos prosadores, repitiendo sin sospecharlo, uno de los pasos mas gigantescos que haya dado el lenguage universal, cual es la transicion del verso á la prosa.

Cuando habla, y estoy a su lado, mi alma queda como colgada de su boca; cuando sonríe, se me antoja que un rayo de luz inmaterial se me entra en el corazón y le alegra. A veces, jugando al tresillo, se han tocado por acaso nuestras rodillas, y he sentido un indescriptible sacudimiento. Sáqueme Vd. de aquí. Escriba Vd. a mi padre que me licencia para irme. Si es menester, dígaselo todo.

Aquí tiene Vd. demostrado hasta la evidencia la importancia de la forma métrica, y la influencia que ella ha ejercido y ejerce en el desenvolvimiento del entendimiento humano. No estrañe que entre en estos detalles minuciosos sobre la cadencia poética en sus relaciones con la música y con la naturaleza humana, desde que ellos me sirven tan eficazmente al objeto que me he propuesto en esta carta.

Fuera de eso continuó Pateta siempre ha estado de buen humor: hasta cuando tuvo que dejar la carrera, que a poco entró en la imprenta... y como si : él, en trabajando, ya está contento. No sabe Vd. la vida que yeva: él aquí con su papá de Vd., él en la imprenta, él en el destino que ice Vd. que le quién quitar. Es una fiera el trabajo, y cuanto gana, a su casita.