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Facundo, después de vengar tan cruelmente a su general Villafañe, marchó a San Juan a preparar la expedición sobre Tucumán, adonde el ejército de Córdoba se había retirado después de la pérdida del general, lo que hacía imposible todo propósito invasor. A su llegada, todos los ciudadanos federales, como en 1827, salieron a su encuentro; pero Facundo no gustaba de las recepciones.

Salta, Jujuy, Tucumán, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos serían hoy otras tantas Buenos Aires si se hubiese continuado el movimiento industrial y civilizador tan poderosamente iniciado por los antiguos unitarios, y del que, sin embargo, han quedado tan fecundas semillas.

Chile le proporcionaba lo que él no se había atrevido a intentar, que era cerrar todas las vías de comercio que no dependiesen de Buenos Aires. Mendoza y San Juan, La Rioja y Tucumán, que proveían de ganados, harina, jabón y otros ramos valiosos a las provincias del norte de Chile, han abandonado este tráfico.

Una campaña más todavía sobre Tucumán contra el general La Madrid completó el debut o exhibición de este nuevo emir de los pastores. El general La Madrid había vuelto al gobierno de Tucumán sostenido por la provincia, y Facundo se creyó en el deber de desalojarlo. Nueva expedición, nueva batalla, nueva victoria. Omito sus pormenores, porque en ellos no encontraremos sino pequeñeces.

Por aquella extensión sin límites, tal como la hemos descrito, están esparcidas aquí y allá catorce ciudades capitales de provincia, que si hubiéramos de seguir el orden aparente, clasificáramos por su colocación geográfica: Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, a las márgenes del Paraná; Mendoza, San Juan, Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy, casi en línea paralela con los Andes chilenos, y Santiago, San Luis y Córdoba, al centro.

Era el momento de salir la expedición sobre Tucumán; las divisiones empiezan a desfilar una en pos de otra; en la plaza están los troperos cargando los bagajes; una mula se espanta y se entra al templo de Santa Ana.

En todas, porque en Tucumán no hay federales, esta planta que no ha podido crecer sino después de tres buenos riegos de sangre que ha dado al suelo Quiroga, y otro mayor que los tres juntos que le otorgó Oribe. Ahora dicen que hay federales que llevan una cinta que lo acredita, en la que está escrito: ¡Mueran los salvajes, inmundos unitarios! ¡Cómo dudarlo un momento!

El muy docto Lartaun ha venido Del Cuzco, y de Quito el sábio Peña; De Santiago de Chile, uno nacido En Medellin, lugar, tierra estremeña. El grave San Miguel, muy entendido, De la rica imperial ciudad Chilena; De Tucuman, Victoria lusitano, A quien fortuna dió en breve su mano.

Por el lado de Levante tiene aquella parte del Chaco, que va á hacer punta en el Tucumán; por el Poniente el Marañón, ó por mejor decir, á Santa Cruz de la Sierra, con quien más se afronta; por el Mediodía la provincia de las Charcas, y por la Tramontana mira de lejos á la provincia de los Itatines.

Allega á Tucuman de mano armada: El Abrego que estaba gobernando, Nunca supo de aquesta melonada, Pasóse en breve á priesa caminando: Que si la cosa fuera revelada, El Abrego papeles ordenando, Al Perú á Garay preso enviára, De que el Virrey muy mucho se holgára.