United States or Afghanistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Se le franquearon todas las puertas, abriéndolas de par en par y resguardándose tras las hojas de ellas, como se abren las puertas del toril para que salga la fiera a la plaza. La última que cambió algunas palabras con ella fue Fortunata, que la siguió hasta el vestíbulo movida de lástima y amistad, y aún quiso arrancarle alguna declaración de arrepentimiento.

Costó trabajo echarla a la calle... Al salir, ¡tras!... doña Guillermina, que me le echa un cordel al pescuezo y se la lleva.

Fortunata, en el primer movimiento de sorpresa y temor, había dado una vuelta y puéstose tras el sillón en que poco antes estaba sentada. Apoyando las manos en el respaldo, agachó el cuerpo y meneó las caderas como los tigres que van a dar el salto.

Tras esto, alzó la camisa lo mejor que pudo y echó al aire entrambas posaderas, que no eran muy pequeñas.

Vino el que tenía a cargo el dinero tras ; prendiéronme; tuve poco favor; aunque, viendo aquellos señores mi poca edad, se contentaron con que me arrimasen al aldabilla y me mosqueasen las espaldas por un rato y con que saliese desterrado por cuatro años de la Corte.

Repuesto luego en su destino, tras desempeñarlo cuatro meses por dar satisfacción al amor propio, hizo dimisión, imaginando que podía ser feliz con la fortunita que tenía y con amigos como el que tan noblemente le amparó.

¡Mira cómo eres! balbuceó Krilov. ¿Por qué tenía aquella cara estúpida? ¿Quién se había atrevido a dársela? Una gruesa lágrima cayó de sus ojos. Apretando los dientes, se afeitó la otra mitad de la barba, y, tras una corta vacilación, se afeitó también el bigote. Mirose de nuevo al espejo. Al día siguiente todos se reirían al verle así. Y, sin embargo, en otro tiempo era muy otra aquella cara.

Aquí fué el gritar del pueblo; aquí el amohinarse el tío Alcalde; aquí el desmayarse Preciosa, y el turbarse Andrés de verla desmayada; aquí el acudir todos a las armas y dar tras el homicida.

Mi vecina acababa de desaparecer tras las cortinas de la suya; al sentir mis pasos, sacó la cabecita y me largó un good evening, sir! que esta vez no me pareció del todo exento de picardía. ¿Qué mujer no tiene un grano de malicia, a veces inconsciente, esparcido en la sangre? Yo creí que se recostaría simplemente, vestida como estaba.

Por esta se allega el hombre á los objetos mundanos y sensibles, y se aparta de Dios, porque el conocimiento de su verdadera felicidad por el pecado le tiene obscurecido, y el de las cosas sensibles muy vivo, y vehemente; de aquí es, que va tras de estas, y se aleja de aquella.