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No, niña de mi alma replicó él sentado en el suelo sin descubrir el rostro, que tenía entre las manos . ¿No ves que lloro? Compadécete de este infeliz... He sido un perverso... Porque la Pitusa me idolatraba... Seamos francos. Alzó entonces la cabeza, y tomó un aire más tranquilo. Seamos francos; la verdad ante todo... me idolatraba.

Diógenes cerró los ojos, sosegado y tranquilo, como el niño que se duerme a la vista de su madre... Al cabo de un gran rato, dijo: María..., no me acuerdo del Credo... ¿Cómo era aquello?... «Subió a los cielos y está sentado...» ¿Dónde está sentado?... «A la diestra de Dios Padre» dijo sonriendo la marquesa.

El oficinista, contento de la invitación y molestado al mismo tiempo por el carácter de hombre tranquilo que le atribuían, marchaba á caballo detrás de Elena, sin que ésta hiciese caso de su persona.

Las primeras noches que se duerme en Agaña, es imposible conciliar un sueño tranquilo y sostenido.

Defendíase y alzaba el duque la voz como aquel a quien van faltando armas; respondíale Félix tranquilo, al parecer, pero en el fondo con interés vehemente, hasta que el duque, formulando torpe y rudamente su modo de pensar, exclamó: Quizá tenga usted razón.

Mientras estuvo ese sitio encerrado en su concha interior, ofrecía el contraste de un mar tranquilo y profundo, absoluto, á dos pasos de un mar terrible.

El aire, diáfano y trasparente, permite ver a grandes distancias las formas de las cosas, y el humo que se escapa de alguna choza perdida en la llanura, sube vertical y tranquilo a desvanecerse en la límpida atmósfera, sin que el más tenue soplo le conmueva.

La luz y los ruidos llegan por sacudidas, y las esquilas de los rebaños, oídas repentinamente y olvidadas después, perdiéndose entre el viento, suenan de nuevo bajo la puerta desencajada, con el hechizo de un estribillo de canción... La hora exquisita es el crepúsculo, un poco antes del regreso de los cazadores. Entonces el viento está tranquilo. Salgo un instante.

El paisaje, rudo y tranquilo, tiene una majestad religiosa: á un lado, el terreno deriva en ondulaciones suaves hacia Bayona; al otro aparecen los Pirineos, con sus lomas nevadas, y la vecindad de Roncesvalles habla al «turista» de heroísmos centenarios. El mismo Rostand dirigió y compuso la arquitectura, á trozos vasca y á trozos bizantina, de su hotel.

Tienes razón. ¡Calma, muchacho, calma! A fin de semana estaré en la hacienda; iré a ver al niño, a ese pobre chiquillo que está muy delicado, y entonces, delante de , arreglaremos eso. Nada tengo que decirte. Visitaré a tus tías, cuidaré de ellas.... Puedes irte tranquilo. ¡Verás qué bien te va...! ¡Adiós, muchacho; dame un abrazo, y que Dios te bendiga!