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Son soberbios, y mientras más se les da, más quieren.... Ya es cosa hecha que Pablo se casará con su prima: es buena pareja; los dos son guapos chicos; y ella no parece tonta... y tiene una cara preciosa, ¡qué lástima de cara y de cuerpo con aquellos vestidos tan horribles!... No, no, si necesito vestirme, no me traigan acá a la modista de Santa Irene de Campó. Esto decía cuando entró Carlos.

Parecía presentir el disgusto que se cernía sobre su cabeza. Venturita colocaba los bastidores en un rincón y los tapaba con un lienzo, arreglaba las sillas y arrastraba la cesta de la costura a un lado para que no estorbase. Avisa que traigan luz dijo doña Paula. ¿Para qué? respondió la niña sentándose en una silla baja a su lado. Ya está todo arreglado.

Mi cabeza no puede apreciar bien... Padezco de olvidos de nombres y cosas. ¿A qué llama usted una chuleta? añadió llevándose la mano a las erizadas crines, por donde se le escapaba la memoria y le entraba la electricidad . ¿Por ventura, lo que usted llama... no cómo, es un pedazo de carne con un rabito que es de hueso? Justo. Llamaré para que se la traigan. No se moleste, señora. Yo llamaré.

¡Ah! bueno repuso el squire, dejándose caer pesadamente en su sillón y hablando con una voz pesada y catarrienta, lo que era considerado en Raveloe como una especie de privilegio de su rango, mientras cortaba un trozo del buey y se lo daba al perro corredor que había entrado con él . Llamad para que me traigan mi cerveza, ¿queréis?

Después de mucho luchar con la sensibilidad y el cariño materno, pugnó por sobreponerse a este, y resueltamente exclamó: ¿He dicho que la traigan aquí? No, me equivoqué. No quiero verla, no es mi hija. Váyase a los lugares de donde ha venido. Mi hija ha muerto.

Ella volvió en , y lo primero que dijo fue: «¡Que me busquen al pájaro verde... que me le traigan vivo... que no le maten... yo quiero poseer vivo al pájaro verdeMas en balde le buscaron los Príncipes.

Pues, hijo, a ver si lo sacas, que en este caso no perderías el tiempo. Pero ¡quia! no creo yo las papas que cuentas, ni las hechicerías que te has traído de tu tierra de infieles... No, no: aquí no hay salvación para el pobre; y eso de sacar tesoros, o de que le traigan a uno las carretadas de piedras preciosas, me parece a que es conversación. Si casar migo, encuentrar tesoro mocha.

Tres días después volvió Mariano solo. Parecía más ágil, más despabilado, más dueño de su pensamiento y de su palabra. «¿Vienes solo? le preguntó Isidora, asombrada de que no le acompañara su tía. Solito. ¿Y tu tía Encarnación? ¿La vieja? En su casa. Yo soy hombre... De consiguiente, no necesito que me lleven y me traigan. ¿Has ido al trabajo? . ¡Mentiroso!

Hiciéronlo así y el Soberano mandó que entrase al momento Zumalacárregui. Oyose la voz del Rey que decía: Traigan una luz. Zumalacárregui estaba en el pasillo, boina en mano. Venga la luz dijo, cogiéndola de las manos del cura que con ella venía presuroso. Era una vela, puesta no muy gallardamente en un candelero de barro. Se acercó Zumalacárregui y entró en el cuarto oscuro.

19 Todos los vasos del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce. 20 Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite de olivas, claro, molido, para la luminaria, para hacer arder continuamente las lámparas.