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Quien en él se coloca, en vez de ganarse las voluntades y de fomentar la afición á los antiguos libros españoles, infunde al vulgo, á la gente de mundo semi-ilustrada, miedo y hasta repugnancia, no falta de fundamento, porque si alguien lee un libro que el crítico le ponderó como un primor, lleno de ingenio y de gracia, oro de Tíbar de poesía, etc., y se aburre leyéndole y le halla tonto é inaguantable, creerá que con todos los demás libros que le pondere el crítico le sucederá lo mismo, y no leerá ninguno, y tendrá vehementes sospechas de que no es muy divertida la antigua literatura española.

¡Usted ser mucho grande tonto! ¡Todo igual! Y se largó, asustado por su propia audacia. No obstante, a la mañana siguiente, apareció como siempre, dócil y sumiso, y no le recordé su defección.

Casi estoy por decirte que aun me tiene algo de ley, ¡mira si soy tonto!... Pero la mardita huye de verme, y dice que no me quiere. ¿Pero la has hecho algo, Rafael? ¿No estará enfadada por alguna ligereza tuya? No: eso tampoco. Soy más inocente que el niño Jesú y el cordero que lleva al lao. Desde que tengo relaciones con tu hermana, que no miro a una moza.

Cerrando los ojos, invocó a Dios y a la Virgen, de quien esperaba auxilio para poder curarse de aquella insana antipatía; pero ni por esas... «Si no le puedo ver; ¡si me iría al fin del mundo por no verle...! ¡Y yo creí que le iba tomando cariño! ¡Buen cariño nos Dios! Ni yo en qué estaba pensando Feijoo... Tonto él, y yo más tonta en hacerle caso».

Principiaba a creerse una nulidad, y allá en sus soliloquios desesperados, cuando le salía mal alguna de las bajezas con que se procuraba dinero, se escarnecía sinceramente, diciéndose: «soy pior que una caballería; soy más tonto que un cerrojo; no sirvo absolutamente para nada». El considerar que había llegado a los cincuenta años sin saber plumear y leyendo sólo a trangullones, le hacía formar de su endivido la idea más desventajosa.

Prefiero pasar por encogido, por tonto, por mal criado y arisco, a dar la menor ocasión, no ya a la realidad de sentir por ella lo que no debo, pero ni a la sospecha ni a la maledicencia. En cuanto a Pepita, ni remotamente convengo en lo que Vd. deja entrever como vago recelo. ¿Qué plan ha de formar respecto a un hombre que va a ser clérigo dentro de dos o tres meses?

Arremolinose la gente; la tropa maniobró, y entre la revuelta muchedumbre, Palo con ojos distinguió a un individuo que iba en dirección a la Plaza Mayor. «¡Allá va, allá va! gritó señalando. ¿Quién? El bergante. , él es... ¡Mariano, Pecado...!». Pero Mariano que las vio y oyó los gritos de su tía, se hizo el tonto y apretó el paso como quien desea evitar un importuno encuentro.

No os podéis figurar, amigos, la alegría y la tristeza que sentí al mismo tiempo. Los seguí como un tonto por más de una hora al través de las calles, y cuando acordé en tenía las mejillas bañadas de lágrimas. Un murmullo de aprobación corrió por el pórtico de la pequeña iglesia.

Vamos, Miguelito, no llores, tonto.... Si tu tío te quiere mucho..... No tomes a mal lo que te dice..... Si él..... eres un buen chico, ya lo , y lo saben todos..... Eres incapaz de reírte de Enrique porque le hayan pegado..... ¿Verdad que no te ríes de eso? Miguel se abstuvo de hablar, porque no quería mentir, ni tampoco llamar feo a su primo.

Lo gracioso era que no me dejaban salir de allí, y a cada rato me decían so, so, so. Un sot dijo el diplomático . Pues sospecho que os llamaron tonto. ¡Oh iniquidad de la nación francesa! ¡Vea usted, Sr. D. Paco, lo que es un pueblo carcomido por el jacobinismo!... ¿Y no les dió usted un par de sablazos?