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Llegó, en fin, cansado y sin aliento, y, puesto delante de los desposados, hincando el bastón en el suelo, que tenía el cuento de una punta de acero, mudada la color, puestos los ojos en Quiteria, con voz tremente y ronca, estas razones dijo: -Bien sabes, desconocida Quiteria, que conforme a la santa ley que profesamos, que viviendo yo, no puedes tomar esposo; y juntamente no ignoras que, por esperar yo que el tiempo y mi diligencia mejorasen los bienes de mi fortuna, no he querido dejar de guardar el decoro que a tu honra convenía; pero , echando a las espaldas todas las obligaciones que debes a mi buen deseo, quieres hacer señor de lo que es mío a otro, cuyas riquezas le sirven no sólo de buena fortuna, sino de bonísima ventura.

¡Consejos!... que no se cumplen le interrumpió a Lorenzo don Casiano, agregando: y, ¿qué van a tomar los señores?... ¿Querrán leche recién ordeñada?... ¿o un matecito?... Usted estaba «mateando», don Casiano le dijo Melchor. Seguiremos... si ustedes gustan contestó levantándose y aproximándose a una ventana, en la que, alzando la voz, dijo: Pampita, trae mate, hijita.

Inútil es decir, que el bienaventurado legajo 116 no contenía, como los precedentes, sino el vano polvo de los siglos. A las doce en punto, la anciana señorita vino á tomar mi brazo y me condujo ceremoniosamente á un pequeño jardín festoneado de boj, que forma con un pedazo de la pradera contigua, todo el dominio actual de los Porhoet.

Con todo esto, las llenó y colmó de lo más necesario que le pareció; y al despedirse dijo don Quijote a don Lorenzo: -No si he dicho a vuesa merced otra vez, y si lo he dicho lo vuelvo a decir, que cuando vuesa merced quisiere ahorrar caminos y trabajos para llegar a la inacesible cumbre del templo de la Fama, no tiene que hacer otra cosa sino dejar a una parte la senda de la poesía, algo estrecha, y tomar la estrechísima de la andante caballería, bastante para hacerle emperador en daca las pajas.

El niño estaban tan mimado, que la fundadora del establecimiento tuvo que tomar cartas en el asunto, amonestando severamente a sus amigas y cerrándoles la puerta no pocas veces. En los últimos días de aquel infausto año, entráronle a Jacinta melancolías, y no era para menos, pues el desairado y risible desenlace de la novela Pitusiana hubiera abatido al más pintado.

Cargado por Alejandro, que con el brazo libre que le quedaba, se abría paso como un Hércules, avanzábamos a tomar otra posición.

Acabados de tomar todos, dijo mi amo desde el púlpito a su escribano y al del concejo que se levantasen y, para que se supiese quién eran los que habían de gozar de la santa indulgencia y perdones de la santa bula y para que él diese buena cuenta a quien le había enviado, se escribiesen.

Hasta el día 10 de marzo de 1814 el diario no es más que un confuso relato de maniobras de los ejércitos austriacos y franceses, que toman y vuelven a tomar, cada uno a su vez, la ciudad de Mâcón y demás poblaciones vecinas.

El cual estaba muy quieto de aquella zozobra, porque él no hacia guerra á nadie ni procuraba tomar ni quitar á nadie lo suyo.

Mirábale Lucía cual si no comprendiese, y no alargaba la mano para tomar el portamonedas.